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«Afecta a todo, también a la salud humana»

«Afecta a todo, también a la salud humana»

Física y experta en alumbrado y contaminación lumínica

R. G. L

Sábado, 24 de octubre 2015, 21:00

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Licenciada en Físicas, con 14 años de experiencia en alumbrado y contaminación lumínica, miembro del Comité Español de Iluminación, de Cel Fosc (Asociación contra la Contaminación Lumínica) y colaboradora y auditora de la Fundación Starlight, Susana Malón Giménez, directora de la empresa Lumínica Ambiental, es una de las mayores expertas en la materia. Con raíces riojanas -su abuelo era de Grávalos-, su prestigio profesional la acercó también a la región para participar en el equipo técnico del proyecto de la Reserva de la Biosfera.

- ¿Cuál es la situación de La Rioja?

- Aunque la Reserva de la Biosfera cuenta con una calidad del cielo bastante buena, La Rioja, en general, sufre, como casi todas las zonas del país, una contaminación lumínica del cielo. La región está bastante condicionada por Logroño y por la proximidad de Calahorra, Arnedo e, incluso, de Zaragoza. El gran inconveniente de La Rioja es que es muy pequeñita y está todo muy junto, con lo que el problema es la dispersión de la luz.

- ¿Es achacable a la labor de las administraciones?

- Puedo decir que el Gobierno de La Rioja está trabajando bien este tema dentro de los recursos que tiene. De hecho fue la región pionera en hacer proyectos Starligth en la Península. Otra cosa es el caso de los ayuntamientos españoles, ya que va cada uno por su cuenta y muchos no lo entienden, cuando a la larga es ahorro porque iluminas mucho mejor de lo que estaba, con menos derroche y, además, la inversión se amortiza en unos cinco años.

- Entiendo que el problema tiene arreglo, ¿es así?

- Las soluciones son muy fáciles porque la tecnología nos lo permite. Hablamos de luminarias que tengan un flujo superior prácticamente cero; es decir, que se pongan de forma horizontal y sin inclinación para que toda la luz vaya a la calzada. Lanzar la luz hacia arriba supone, además de contaminar, un derroche. Ahora tienen unas ópticas que dispersan muy bien la luz y la amplían con lo que necesitamos instalar menos número de luminarias. El otro aspecto de más trascendencia es el color de la luz, ya que las blancas y algunas que son incluso azules son las más contaminantes, primero porque se dispersan mejor en la atmósfera y llegan mucho más lejos; y porque además, afectan a la salud de las personas y de los animales, a la biodiversidad. Las menos contaminantes son las amarillas, pero además ahora tenemos la tecnología del led, que nos permite elegir la temperatura de color. El ideal es ir a un blanco cálido que esté por debajo de los 3.000 kelvin. Eso lo tienes ahora mismo en todos los catálogos y, además, su precio se ha reducido muchísimo. Es una solución muy fácil y que la estamos aplicando ya.

- Hablaba de afecciones a la salud...

- Sí, la contaminación lumínica influye en la salud humana, sobre todo el color azul, porque incide en la reducción de la cantidad de melatonina, la hormona que produce la glándula pineal y que es la responsable de regular nuestros ritmos circadianos, el ciclo sueño-vigilia. La falta de melatonina provoca una serie de enfermedades y alteraciones como diabetes, estrés, insomnio... De hecho, la sobreexposición a una contaminación lumínica y a algunos tipos de luz se está vinculando incluso con la aparición de algunos tipos de cánceres. Es más serio de lo que parece.

- ¿Qué otros problemas acarrea?

- Afecta a casi todos los ámbitos. La contaminación lumínica por la luz blanco-azulada, que se dispersa en la atmósfera muchísimo más que cualquier otro tipo de color y llega a decenas e incluso centenas de kilómetros, lo primero que provoca es que cada vez podamos ver menos estrellas, lo que afecta a nivel científico, a los observatorios profesionales; pero también a las actividades de astrónomos aficionados y al turismo astronómico ahora tan en boga. A nivel cultural está provocando que el ser humano pierda la vinculación que siempre ha tenido con el cielo y las estrellas, que le han servido como calendario y como metodología de ubicación, entre otras cosas. Somos la primera civilización que no mira a las estrellas. Y sin olvidar el aspecto energético y el derroche, la incidencia medioambiental es también muy grande. Sólo hay que pensar que el 65% de las especies animales tiene hábitos nocturnos y precisan la oscuridad para sobrevivir.

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