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Economía compartida, beneficios no

Economía compartida, beneficios no

Los negocios de 'sharing economy' despegan... pero no sin interrogantes

PABLO ÁLVAREZ

Lunes, 28 de septiembre 2015, 00:09

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'Sharing economy' le llaman los anglosajones. Economía del compartir o, visto desde otra manera, consumo colaborativo. Un modo de comprar y/o arrendar que va ganando adeptos y sectores, llevado en alas de la facilidad de contacto e intercambio que ha traído Internet.

Los principios son ya muy conocidos: hay servicios que, en lugar de 'comprárselos' a empresas tradicionales, se pueden obtener directamente por el intercambio entre particulares con el ahorro de coste para quien contrata y para quien presta el servicio.

En teoría, esto funciona así: yo quiero ir de vacaciones a Granada. Tú tienes un apartamento en Granada que no utilizas. Nos ponemos de acuerdo, pactamos un precio y ya está. Más barato que un hotel, acuerdo entre iguales y todo bien.

En la práctica, entre un particular y otro hay, por necesidad, un tercero: el intermediario. En el caso de nuestro piso granadino, una empresa tipo 'AirBnB' o 'HomeAway', por mencionar dos de las más conocidas en un negocio con muchos actores.

En el papel de ese intermediario, en sus obligaciones y en sus beneficios está, precisamente, el quid de la cuestión. Esta semana se conocía en La Rioja el caso (que irá a juicio) de una pareja demandada por estafa por haber cobrado varios cientos de euros a un turista que se iba a alojar en su piso, en La Rioja. La señal se pagó, pero la estancia nunca se produjo. El caso ha acabado en los tribunales porque, como en otras circunstancias, la empresa mediadora (en este caso HomeAway) se exime de responsabilidad en lo que es, en realidad, un acuerdo entre particulares.

Ahí está la cuestión: el consumidor haría bien en fijarse, además de en el precio, en las condiciones legales en la responsabilidad y en qué ocurre y quién se ocupa de si algo va mal.

Los organismos públicos, además, están cada vez más preocupados por una actividad económica con tendencia a sumergirse. Porque, ¿qué diferencia hay entre un particular que alquila su apartamento a turistas y un apartamento turístico? Básicamente: que el primero no paga impuestos.

Trabajadores

Hay una segunda arista de la economía colaborativa que va levantando suspicacias: la laboral. Cuando el intermediario adquiere tanto poder que acaba imponiendo sus condiciones, de manera que el 'particular' es, ya, poco más que un empleado. Es el caso de Uber, el polémico servicio de 'taxis' privado prohibido ya en buena parte de España. Sus 'taxistas' no pueden, en la práctica, poner sus condiciones de servicio, sino que han de ajustarse a las que marca Uber. Y esa condición está sirviendo para que algunas sentencias estén reconociendo la condición de asalariados de esos conductores que, en teoría, eran particulares.

La economía colaborativa está en sus primeros pasos, pues. Para el consumidor tiene ventajas, pero también problemas, y un marco legal que aún no ha terminado de adaptarse a la nueva realidad. Como siempre, el mejor consejo es leer.. y no fiarse.

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