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Un colmenar en uno de los montes próximos a Baños de Río Tobía y abejas trabajando en un panal la pasada primavera. :: J. Zangróniz
El amargo sabor de la miel

El amargo sabor de la miel

Los calores veraniegos reducen la cosecha riojana a la mitad

CASIMIRO SOMALO

Jueves, 3 de septiembre 2015, 21:59

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Logroño. Valvanera es la patrona de La Rioja y de los apicultores. Pero La Rioja es hoy, todavía, una de las pocas regiones en las que no existe una normativa específica sobre el sector apícola. Curiosidades al margen, la campaña 2015 está siendo mala. La producción se va a reducir a la mitad o casi (se recogen unos 17 kilos por colmena en un año normal y este año las cifras se moverán entre 8 y 12). Los calores del verano desde San Juan cortaron las floraciones y el trabajo de las abejas.

El sector apícola en La Rioja no tiene sabores dulces sino más bien cierta amargura. Escasa profesionalización (apenas hay 15 productores con más de 500 colmenas y unas 15.000 en toda la región); ninguna regulación y todo al arbitrio de ayuntamientos que pretenden cobrar por el vuelo de las abejas entre 2,5 y 4,5 euros al año sin ningún criterio; una trashumancia creciente sin controles sanitarios que no hace sino expandir enfermedades con una sobreconcentración importante y un incremento notable de robos de colmenas. Además, a todo ello, sin más, y pese a las ayudas oficiales, hay que añadir una escasa o nula sensibilidad en el sector hortofrutícola y en los ciudadanos en general sobre los beneficios que pueden reportar las abejas.

La Rioja es una región pequeña y privilegiada por la diversidad del paisaje, los microclimas de cada una de las zonas y hasta por las zonas de montaña baja y las floraciones en distintas épocas del año.

Entre La Rioja Alta y la Baja, Los Cameros y y el resto de la sierra hay unas diferencias de paisaje y de monte bajo que ofrecen un amplio abanico de posibilidades. Aquí se puede realizar una apicultura de trashumancia interna a pequeña escala, en unos niveles de cultivo de carácter complementario de otras actividades. Pero, salvo unos pocos, no hay una actividad apícola profesionalizada pese a que La Rioja está en el ojo de grandes productores que mueven sus colmenas como el ganado de la trashumancia buscando clima y floraciones de aquí para allá.

Hoy, por ejemplo, sería imposible concretar una estadística fiable sobre el número de colmenas de los productores riojanos y mucho menos contando las trashumantes.

La producción del año está siendo mala como reconocen los productores. También ellos hablan de los calores y del cambio climático y de las diferentes sensibilidades. «Sin trashumancia hoy no se podría hacer una explotación rentable», dice Álvaro Garrido, titular de la empresa Campomiel. «Tenemos ayudas. Seis euros por ayuda a la polinización y unos 10 en concepto de ayudas agroambientales. A pequeña escala nos podemos mover entre La Rioja Alta, Los Cameros y la sierra y La Rioja Baja. Pero para hacerla rentable tienes que hacer trashumancia, ir de un sitio para otro buscando las floraciones y entre 15 y 45 días.», añade.

La Rioja es también un bocado apetecible para el veraneo de las abejas de otras zonas más cálidas. Vienen y traen cientos y hasta miles de colmenas que se distribuyen por doquier. Todo lo más que hay que detallar es el traslado y los lugares de ocupación, así como la distancia mínima de separación entre colmenares (un kilómetro como base y tres si las colmenas son ecológicas). Poco más.

La trashumancia se realiza en viajes de ida y vuelta de norte a sur y a Levante. Habitualmente de noche y con tiempo fresco para evitar que las colmenas se alboroten y provoquen tanto calor como la fragua de un herrero. Apicultores riojanos sostienen que un 80% de las colmenas que vienen de 'veraneo' a nuestra región «entran sin ningún tipo de regulación» generando problemas sanitarios y de sobreocupación (más colmenas en un espacio reducido, menos producción).

Los precios siguen al alza por la merma de las cosechas. La miel ecológica se paga entre 9 y 11,5 euros el kilo y las comerciales entre 6 y 8. Los productores siguen peleando por un etiquetado de garantía frente a las mezclas comerciales y se quejan de un aumento de los robos de hasta el 500%.

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