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1998, Marcha Hoyos de Iregua: Ceniceros, Escobar y Sanz
Un viaje político en todoterreno

Un viaje político en todoterreno

Señalado desde su precoz inicio como posible sucesor de Sanz, Conrado Escobar vuelve a La Rioja al frente de una las consejerías más relevantes de Ceniceros

Teri Sáenz

Sábado, 25 de julio 2015, 17:43

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Conrado Escobar (Logroño, 1964) ha sido dado por amortizado en la política riojana tantas veces como ha resurgido en la primera línea. Fruto de esa cantera inagotable que son las Nuevas Generaciones del PP de La Rioja, Escobar acumula un abultadísimo currículum que le ido trayendo y llevando de Logroño a Madrid, del Ayuntamiento de la capital al Palacete y el Parlamento, de las cocinas del partido a las fotos de portada en Las Cortes. Un absoluto 'comodín' en las dos décadas que Pedro Sanz ha liderado de forma omnímoda el partido en la comunidad y cuya capacidad de adaptación ha encajado también en el Gobierno de Ceniceros, rescatándole del Congreso para situarlo al frente de una de las consejerías estrella de la nueva legislatura que aglutina Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Justicia.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y especialista en Ordenación del Territorio, su primera incursión en la actividad pública remite a los años en que José Luis Bermejo fue la cara visible del PP en el consistorio logroñés. Curtido durante cuatro años en la oposición, en 1995 Escobar no llegó a disfrutar la mayoría absoluta que su formación obtuvo aquellas elecciones municipales. Iniciando el que con el tiempo se demostraría un viaje constante con paradas en estaciones múltiples, un Sanz recién elegido como presidente de La Rioja lo llevó hasta el Parlamento regional para ejercer de portavoz en el hemiciclo. Aquel fue el punto de inflexión para que su figura orgánica se fuera agrandando. El de Igea no sólo le abrió hueco en la cúpula de la dirección como Vicesecretario de Organización hasta 1999, sino que a partir de entonces le cedió las riendas del PP en calidad de secretario general y le aupó como senador autonómico. Una acumulación de funciones que le afianzó como número '2' efectivo del partido para empezar a labrar su aura de sempiterno aspirante a asumir el liderazgo en la era (todavía lejana) postSanz.

El camino hacia la cumbre pareció sin embargo frenarse de golpe en el 2003. Mientras al lado seguía ascendiendo y asumiendo sus funciones Carlos Cuevas, Escobar fue reenviado de golpe al Ayuntamiento de Julio Revuelta en lo que algunos vieron como una defenestración por la negociación frustrada en torno a las asignaciones de los grupos parlamentarios. En aquella segunda etapa en el ámbito municipal ejerció como teniente alcalde, responsable del Casco Antiguo y portavoz, desplegando en el cara a cara la habilidad que siempre ha exhibido para aplicar una sonrisa allí donde la gestión embarranca.

Pactos y cuchillas

Su nueva incursión en la política municipal duró lo que aquella legislatura. Pedro Sanz volvió a 'descongelarlo' en el 2007, esta vez para el Gobierno de La Rioja en calidad de titular del departamento de Administraciones Públicas y Política Local. Los que le daban por hundido volvieron a darle puntos en la eterna quinielas sucesorias aunque fuera mando de una consejería eminentemente técnica.

El guadiana que ha surfeado a lo largo de toda su carrera volvió a encontrar un nuevo meandro cuatro años después, volviendo a sentarse en el Parlamento regional y siendo elegido senador autonómico hasta que saltó definitivamente a Madrid encabezando la lista del PP al Congreso. Y no en un papel secundario, sino como portavoz de Interior del GPP y rostro visible junto al ministro Jorge Fernández tanto en hitos brillantes como el pacto antiyihadista como en otros mucho más sombríos como la defensa de la colocación de alambre de cuchillas en la valla de Melilla.

Afanado por tintar su gobierno de bonhomía, Ceniceros vuelve a darle el billete de regreso a La Rioja para ocupar una macroconsejería de marcado carácter social de la quién sabe si Escobar saldrá en el futuro para volver a Madrid, a Logroño o la planta noble del Palacete.

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