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Ceniceros quiere a su Gobierno "al pie de la calle"

Ceniceros quiere a su Gobierno "al pie de la calle"

Toma posesión el primer Ejecutivo postSanz, al que su presidente reclama "humildad y cercanía"

Jorge Alacid

Sábado, 11 de julio 2015, 12:11

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Van llegando los exconsejeros por el Espolón, camino del Palacete donde se prepara su relevo. Media mañana del 11 de julio en Logroño: al menos en las apariencias, los destituidos miembros del equipo de Pedro Sanz mantienen las formas y ensayan su mejor sonrisa de circunstancias. La procesión va por dentro; la otra procesión, la protagonizada por quienes se disponen a tomar posesión en el primer equipo de José Ignacio Ceniceros, se ejecuta acto seguido: descienden los ocho las escaleras del coqueto chalé de Presidencia, ingresan en fila india en el Salón Rojo y esperan a su jefe.

Ceniceros comparece con la misma cara de satisfacción que no le abandona desde hace unos días. Saluda a las personalidades convocadas al solemne acto de toma de posesión de sus consejeros, hace un aparte con su sucesor y en primera fila asiste al nombramiento de consejeros con el semblante de seriedad que exige un acto de tales características. La sala, un barullo de periodistas y familiares, se va espesando: en el ambiente pesa todavía el longevo mandato presidencial de Pedro Sanz, quien ya va notando a qué sabe la condición de ex: nadie se inmuta cuando se marcha para atender sus nuevas ocupaciones.

Elisa Torrecilla, secretaria general técnica de Presidencia, va leyendo los nombres de los miembros del flamante Consejo de Gobierno. Cada uno, situado en semicírculo detrás de Ceniceros, jura o promete el cargo según su particular preferencia, con ese rostro donde conviven a media pensión la satisfacción por el nombramiento y la aventura que se adivina en el horizonte con el peso de la púrpura, las exigencias que reclaman las nuevas responsabilidades. A todos les va saludando el presidente a medida que se convierten en integrantes de su equipo, con un par de esos detalles que hacen tan feliz a la prensa: a Escobar le da tiempo a estrechar la mano de Sanz antes de fundirse en los preceptivos abrazos con sus nuevos colegas de Ejecutivo. Y a Nagore le suena el móvil en medio de la liturgia, desatando esa clase de risas nerviosas que se reservan para tales trances.

Cumplido el trámite, foto de rigor sin abandonar el Salón Rojo y discurso de Ceniceros. Breve y sin contemplaciones, cada rato que pasa parece más seguro en su papel. Como si llevara tiempo esperando esta hora, no se separa del guión propio de su discurso de investidura: de nuevo riega a su auditorio con las promesas contenidas en conceptos como entendimiento, consenso e ilusión. Y de nuevo comparecen las promesas de "humildad y cercanía" hacia el ciudadano, que el presidente reclama que sean divisa de su equipo; "recuperar la confianza" es otro de los compromisos que incorpora a su intervención. Una confianza que pide que sus consejeros sepan trasladar a la gestión diaria con prioridad en su agenda para la atención a los desempleados y a "los más necesitados".

Un murmullo acoge sus palabras, recibidas con atención por un público donde se mezclan dirigentes en ejercicio de la nueva política (la nueva Mesa del Parlamento, los nuevos portavoces) y de la vieja: los veteranos parlamentarios nacionales. Agentes sociales, altos cargos policiales y los dos rectores de los dos campus riojanos, presidente del Consejo Regulador incluido y otras fuerzas vivas de la región: ante todos ellos, Ceniceros comprometió a sus flamantes colaboraddores a convertirse en un Gobierno "al pie de la calle", reconocimiento táctio de que algo no funcionaba bien hasta ahora. Así que de cumplirse sus designios, La Rioja tendrá unos consejeros más predispuestos a empatizar con la ciudadanía "las 24 horas del día".

Eso les pidió su jefe: eso deberán hacer a partir del lunes. Tienen todo el fin de semana por delante para hacer la digestión: seguro que mientras se hacían la foto ritual en las escalinatas del Palacete y confraternizaban entre sí, mientras recibían las felicitaciones y se iban quitando en algún caso la cara de susto, todos empezaban a entender qué significa eso de trabajar al pie de la calle las 24 horas del día. Todos empiezan a saber que, como ya anunció Ceniceros el jueves en el Parlamento, ha llegado la hora de pasar de las palabras a los hechos.

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