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LA AUTOPISTA ES NUESTRA

CAUTIVO Y DESARMADO PABLO ÁLVAREZ

Viernes, 3 de julio 2015, 01:00

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La autopista es nuestra. Todas lo son, en realidad, pero yo hablo de la que nos toca: la AP-68, la Vasco-Aragonesa. Es nuestra, aunque se la tenemos cedida a una empresa que la mantiene, y a cambio nos cobra a todos una regular cantidad de dinero siempre que queremos utilizarla. Regular tirando a gorda: para un currante normal, usarla con regularidad no es una opción. Pese a rebajas y exenciones, no lo es.

Esa autopista nuestra que tiene concedida una empresa debería haber sido nuestra-nuestra hace ya cuatro años largos. En 2011 expiraba el primer plazo de la concesión de la AP-68.

Lo repito: desde 2011, la autopista hubiera podido ser nuestra del todo, gratis total para todos los conductores. Pero el gobierno, nuestro gobierno (el de Madrid con el aplauso encendido del de aquí) decidió hace ya tiempo que no, que mejor se la dejábamos un rato más a esa empresa. Y así, la AP-68 seguirá siendo imposible para los trabajadores durante otros once años, hasta 2026.

Esos trabajadores van a trabajar, claro. La gente tiene la manía de comer. Y van por la N-232, porque no tienen otra. Y así se ve esa escena que, pensada fríamente, no la entiende ni Dios: coches y camiones se apiñan en una carretera de dos direcciones mientras, a cien metros a su derecha, tienen una autopista, igual de pública que la primera, de cuatro carriles y mucho más segura, casi vacía.

Habrá quien me diga: qué oportunista, decir esto el día después de que un chaval de 33 años la palmara en la N-232. Yo diré: pues sí. Y qué: nadie evitará nunca que haya accidentes, pero la N-232 sigue matando más gente de la que debe. Y algunas de esas muertes se podrían haber evitado con una pura decisión política. Y hoy (sí, hoy) me apetece recordarlo.

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