Borrar
Los supervivientes de Pradillo

Los supervivientes de Pradillo

Este 6 de junio se han cumplido 50 años del accidente de tráfico que costó la vida a doce jóvenes riojanos

Marcelino Izquierdo

Sábado, 6 de junio 2015, 09:14

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aquella mañana del 6 de junio de 1965 calentaba el sol como si ya fuera verano. Convocados por Acción Católica, cinco mil jóvenes riojanos se habían congregado en el Espolón para disfrutar de una jornada festiva que arrancó con una misa al aire libre, presidida por el obispo Del Campo y de la Bárcena. Finalizado el oficio, chicos y chicas llenaron más de 80 autocares rumbo al Camero Nuevo y, tras almorzar en Torrecilla, la caravana regresó al asfalto con El Rasillo como fin de trayecto. En un pispás, sin embargo, la alegría se tornó en tragedia y el Día de la Juventud acabó en jornada de luto. Un trágico accidente segó las vidas de 12 jóvenes de entre 16 y 22 años, dejó heridos a varias decenas más y marcó las vidas de familiares y supervivientes. Hace de aquello 50 años.

LAS VÍCTIMAS

  • FALLECIDOS

  • Petra Ruiz Ruiz (19 años);José María Calvo Yubero (17); Mª del Carmen Rubio Viguera (19); Marisol Ruiz del Val (17); Alfredo Bernabé García Crespo (17); Blanca Nieves Fernández García (16); Rosario Laoren Álvarez (22); Víctor Javier García Ardanaz (17); Blanca García Ardanaz (16); Mª del Carmen García Arina (19); Manuel Cenea Soriano (16); Julia Tomás Ilarraza (17).

  • HERIDOS GRAVES

  • María Ángeles Pérez Arzanegui, Elena Herrera Royo, María Asunción Vivar Sáenz, Concepción Mangado Morales, Rosa María Santamaría Martínez, Aurelio Jiménez Gómez, Nuria Melón, Ana María Sáenz Bretón,Faustino Gil, Isabel Madurga, María Azucena Vivar, Marina Quintas, María del Carmen Sanz.

  • HERIDOS DADOS DE ALTA

  • Palmira Díaz Frías, María del Carmen Romo Rubio, Mª Carmen Ayucar Berger, Amancio Iruzubieta Sáenz, Victoriano Nájera Marín, María Esther Ibáñez, María Victoria Rodríguez, Ana María Guerra.

Hoy, un grupo de aquellos muchachos que sobrevivieron a la tragedia -en su mayoría abuelos ya- va a rendir homenaje a amigos y compañeros cuyas ilusiones quedaron rotas en la carretera. A las doce del mediodía, el obispo Juan José Omella celebrará una misa en Santiago el Real de Logroño, de cuya parroquia partió el autocar, y a la que están invitados quienes quieran recordar uno de los días más tristes que ha sufrido la ciudad.

Esta comisión colocará en la misma curva del accidente una placa con el texto 'Hasta aquí llegaron y desde aquí partieron juntos los doce jóvenes fallecidos en el accidente del 6 de junio de 1965. En su recuerdo. 6 de junio de 2015, 50 aniversario'.

Pero regresemos a aquel domingo de Pentecostés. Así relataba el terrible suceso el atestado de la Guardia Civil de Tráfico: «A las 12.20 del mediodía del pasado domingo, en el kilómetro 259,400 de la carretera nacional III, el autocar de matrícula LO-7398, propiedad de la empresa 'Arribas, S.A.', conducido por Federico Ibáñez, circulaba en caravana con 44 viajeros hacia El Rasillo. Su velocidad era moderada, de 35 kilómetros por hora. Al llegar a una curva hacia la izquierda, en el término de Pradillo de Cameros, el autocar entró ceñido a su mano derecha, arrollando la totalidad de los pretiles discontinuos anteriores al puente. El vehículo cayó al vacío desde una altura de ocho a diez metros, quedando 'de espaldas' sobre un hoyo del terreno».

Armando Angulo, de Fuenmayor, fue uno de los organizadores de la excursión, por eso ocupaba el asiento del copiloto del autobús que iba detrás del siniestrado: «Fue tremendo. Vi cómo el vehículo rozaba los pretiles, el peso le venció y se despeñó por el terraplén. Bajé con un megáfono para intentar que la gente que iba en otros autocares no perdiera la calma. Muchos jóvenes comenzaron a descender por el barranco sin importarles el peligro que corrían. Fueron muy valientes, unos héroes. También llegaron vecinos de Pradillo para colaborar en el rescate».

El silencio era tal que dejaba escuchar los lamentos de las víctimas, izadas a hombros por los voluntarios hasta el arcén. «Un compañero me confesó llorando que se le había muerto uno de los chavales en los brazos», añade Armando, que casi no puede contener las lágrimas.

A diferencia de Angulo, Ignacio García viajaba en el autocar anterior. «Por el cristal de atrás vimos una enorme polvareda tras la curva, pero no supimos de qué se trataba hasta minutos después de aparcar en El Rasillo. Los que iban en los primeros vehículos ya estaban preparando la comida cuando llegó el mazazo. Estábamos destrozados. Tuvimos que permanecer en el pueblo durante horas hasta que nos dejaron regresar. Íbamos rezando el Rosario. Ya en Logroño, las iglesias permanecieron abiertas hasta la madrugada para que la gente pudiera buscar consuelo».

«De lo que más me acuerdo es de la unión, del compañerismo, de la solidaridad», explica Eugenio de la Riva, que no pudo acudir a la excursión, pero que en cuanto supo lo ocurrido se puso manos a la obra.

Al día siguiente, treinta mil personas acudieron a las honras fúnebres, que comenzaron en La Redonda y concluyeron en el camposanto.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios