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Tirabuzones de la Historia, más allá de las casualidades

C.S.

Sábado, 28 de febrero 2015, 22:40

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La Historia está llena de curiosidades. No todo son, ni mucho menos, casualidades como pueden aparentar. Muchas veces todo lo que nos rodea tiene alguna explicación y fundamento con el que se pueden entender mucho mejor las cosas que nos rodean.

En aquellos tiempos de turbulencia y comuneros en Castilla, Nájera se sublevó contra el duque Forte «por su crueldad y por castigar a la población con impuestos enormes». Cuentan algunas crónicas que el duque «fue quien ordenó matar al abad de San Millán, que se había refugiado en Aguilar de Codés por un litigio de tierras e impuestos». Íñigo era entonces un gentil hombre que acompañaba al virrey de Navarra a todas partes. Llegó a entrar en Nájera y a controlar la ciudad pero sin saquearla, como era habitual en la época.

Es curiosa su vinculación y espíritu con San Francisco Javier, tanto en la fundación de los jesuitas como lo que hoy podrían tener los estrechos lazos de Santa Elena con Valvanera. Ignacio de Loyola acabó controlando la ciudad del Najerilla y entonces hizo pública la prohibición expresa de recaudar limosna para todos los monasterios, salvo para Valvanera y Roncesvalles.

Cuentan crónicas de los jesuitas que Isabel la Católica era muy devota de la Virgen de Valvanera. No hay testimonios de que Íñigo de Loyola acompañara al duque de Nájera en sus visitas al monasterio riojano.

Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, siendo navarros y hombres de armas, se encontraron en el tiempo y su herencia se comparte con la de doña Aldonza en Nájera.

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