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Magdalena Pérez, presidenta del Teléfono de la Esperanza en La Rioja, posa en la sede de la ONG en Logroño.
«Saber escuchar es una destreza, hay que aprender, no es nada sencillo»

«Saber escuchar es una destreza, hay que aprender, no es nada sencillo»

«Mucha gente llama angustiada porque lo que le sucede no se lo puede contar a nadie», explica Magdalena Pérez, presidenta del Teléfono de la Esperanza, que cumple diez años en La Rioja

Diego Marín A.

Sábado, 13 de diciembre 2014, 23:01

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Suena el teléfono y un voluntario del Teléfono de la Esperanza corre a descolgar la llamada después de cerrar la puerta de uno de los despachos de la casa para favorecer la intimidad. La habitación, cálida y de decoración escueta, dispone de baño, cama y armario para las guardias nocturnas. El Teléfono de la Esperanza cumple diez años en La Rioja y su trabajo diario, de 24 horas, se refleja en el 941 49 06 06. En este número se encuentra a una voz cálida que escucha y orienta ante cualquier problema, manteniendo siempre el anonimato. Pero Teléfono de la Esperanza en La Rioja no sólo ejerce una labor telefónica, también organiza talleres de prevención. La psicóloga clínica especialista en duelo Magdalena Pérez es la presidenta de la delegación riojana de esta ONG, a la que lleva ligada como voluntaria veinticinco años.

Se descuelga el Teléfono de la Esperanza, ¿y qué sucede?

Al teléfono llama cualquier persona que está pasando por una situación crítica y está angustiada, siente miedo o no puede contar a nadie lo que le está pasando. A este lado hay un orientador preparado para escuchar y que ayuda a la persona a desahogarse y desarrollar recursos para gestionar sus problemas. Facilitamos la escucha y el cambio, siempre bajo un estricto anonimato.

¿Hay un modelo tipo de personas que necesitan esa ayuda?

Se tiene la idea de que son personas mayores y solas las que llaman, y estas pueden suponer un 6%. La mayoría de las personas que llaman tienen entre 30 y 55 años porque son edades en las que suceden muchas cosas en la vida, en las que se asumen muchas responsabilidades. El mayor porcentaje de llamadas tienen que ver con las relaciones personales, de pareja, familia o amigos, y porque se sienten solos.

Sí que se tiene la idea de que el Teléfono de la Esperanza es un recurso extremo para las personas desesperadas. ¿No es así?

No. Las llamadas con intención suicida, por ejemplo, son solo una parte de lo que hacemos, pero, como cualquier porcentaje, es grave. Muchas personas llaman por otras situaciones como el maltrato, alcoholismo, drogas, trastornos mentales, duelo, enfermedad, abuso...

La soledad sí es el problema fundamental de las llamadas, ¿no?

Sí, aunque la persona no se encuentre sola y viva dentro de una estructura familiar. Mucha gente llama angustiada porque lo que le sucede no se lo puede contar a nadie.

La media de duración de las llamadas es de 15 minutos. Parece poco.

Es la media. Hay llamadas que duran cinco o diez minutos y otras que se pueden alargar hasta tres y cuatro horas. Y hay gente que llama varias veces durante su crisis. O que vuelve a llamar después de un tiempo porque considera que le ayudamos con un problema anterior.

¿El Teléfono de la Esperanza puede dar señal de 'comunicando'?

Sí, porque solo tenemos una línea. Puede comunicar si estamos atendiendo otra llamada en ese momento. Pero el contestador automático sugiere que se llame más tarde o que llame a cualquier otro Teléfono de la Esperanza del país. Aquí recibimos muchas llamadas de fuera, incluso del extranjero.

Además de escuchar y de ofrecer buenas palabras, ¿qué puede hacer el Teléfono de la Esperanza?

Saber escuchar es una destreza, hay que aprender porque escuchar bien no es nada sencillo. Nuestros voluntarios pasan un año de aprendizaje técnico, con lo que ayudan a la persona a saber gestionar lo que les está pasando. Si conviene, se ofrece la posibilidad de que profesionales de diversos ámbitos puedan ayudarles personalmente. Y para algunas situaciones específicas se realizan trabajos de grupo. El Teléfono de la Esperanza hace toda una labor de prevención, ofrecemos talleres sobre enfermedad, duelo, cuidadores... Ahora estamos haciendo una campaña porque varios talleres empiezan en enero. Entendemos que el trabajo hay que hacerlo desde pequeños, en centros educativos y familias. Contamos con un cuento ['Un Teléfono en el Lago Esperanza' de Antonio de Benito] con el que trabajamos en los colegios y también tenemos un par de programas ('La magia de la escucha' y 'Sé tú mismo') para adolescentes en centros de secundaria, además de jornadas para padres y educadores.

Los voluntarios

¿Quién puede ser voluntario y qué hay que hacer para serlo?

Este es un espacio frustrante para quien desee ejercer un voluntariado rápido. Sería irresponsable hacerlo así por la gravedad de las llamadas y la diversidad de los casos. El proceso de formación supone un primer tiempo de conocimiento personal porque, si yo no estoy bien, no voy a poder ayudar porque puedo desbordarme ante el problema de otro. Hay que hacer prácticas, tutorías... y todos los voluntarios mantienen una formación continuada.

¿Hay un perfil tipo de voluntario?

La mayor parte de las personas que llaman y de las voluntarias son mujeres, aunque es cierto que el porcentaje de hombres ha aumentado mucho. Pero aquí puede venir cualquier persona con una edad mínima de 23 años, centrada y con un compromiso serio, tiempo y ganas.

¿Este voluntariado desgasta?

Hay personas que llevan aquí desde hace catorce años, cuando arrancamos para formar al primer equipo. Cada año hacemos una promoción y cada dos sale un grupo nuevo de voluntarios. Se quedan más de los que se van. Alguno se va porque tenía otra idea de lo que era esto. En una mañana puede no haber ninguna llamada o veinte y hay que resistir ambas situaciones. No es habitual, pero también pasa. Pero, si preguntas a cualquier voluntario, creo que respondería que aquí recibe bastante más de lo que da.

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