Ninguna de las partes recurrirá ante el Supremo

El doctor Morales colabora ahora con una compañía norteamericana, con sede en Rhode Island, que desarrolla fármacos para el tratamiento del autismo. Confiesa que le hubiera gustado que la sentencia recogiera la motivación política del despido, aunque lo suponía «muy difícil»: «Hubiera sido muy positivo, no sólo para mí sino para la sociedad entera.

El verdadero despido se produjo en enero, aunque gracias a la mediación de Javier Granda y de la UGT nos concedieron seis meses de gracia, a condición de que no dijéramos nada».

En cualquier caso, el científico barcelonés se confiesa satisfecho por las dos sentencias, tanto por la recibida en primera instancia como por la que acaba de hacerse pública. «Sentimos sin embargo pena por la situación del CIBIR. Esta polémica ha desprestigiado un centro de investigación que, sin injerencias políticas, podría haber resultado ejemplar».