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De Brieva de Cameros a la eternidad

De Brieva de Cameros a la eternidad

El corazón de la mujer de 80 años y chilena de origen riojano, no pudo resistir tanta emoción en su último viaje y murió mientras dormía

MARÍA BARBERO

Jueves, 21 de agosto 2014, 23:38

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Teresa Parra era una chilena de 80 años con dos deseos por cumplir: volver a Brieva de Cameros y bailar con su hijo en la plaza del pueblo durante la fiestas de San Felices. Y los cumplió. Allí pasó los dos primeros días de agosto con familiares y amigos y pudo dormir en la antigua casa de sus padres. «Ella estaba cansada pero feliz, con una alegría inexplicable», recuerda ahora emocionado su hijo Gerardo.

Al día siguiente tocaba reemprender viaje a Logroño, donde le esperaba más familia. Entonces Teresa confesó a su hija Rita que «su viaje había concluido, lo que tenía que hacer ya estaba hecho». El corazón de Teresa no resistió tantas emociones, y falleció en un sueño eterno la madrugada de ese mimo día, el domingo 3 de agosto.

«Cuando yo muera, las campanas de Brieva suenen por mí, mis raíces son de allí», había escrito en un sobre 'Teruca', como la conocían cariñosamente, hacía ya seis años. Dicho y hecho. El sábado 8 y con dos velatorios simultáneos, uno en Brieva y otro en San Antonio en Chile, se despidió a la entrañable chilena.

En Brieva «se tocó a volteo, como en fiestas, como ella quería», explicó su primo Pedro Parra. En Chile, en su ciudad natal San Antonio, cuatro objetos destacaban junto a la urna con sus cenizas: un chorizo, una copa de vino, una bandera de La Rioja y otra de Chile; todo al son de 'Clavelitos' y en un ambiente festivo, en consonancia con el carácter alegre de Teresa. «Genio y figura hasta la sepultura», como bien dijo su sobrino Antonio Parra.

Su último viaje

Hace un año, Teresa se enteró de que sus hijos Rita y Gerardo María estaban planificando un viaje a España y a La Rioja, la tierra de sus antepasados, y no lo dudó: «Si ustedes van, ¿por qué no puedo ir yo?», les transmitió. Con tal convicción Teresa se apuntó al viaje, y pese que había estado en Brieva en multitud de ocasiones, ella era consciente de su edad y sabía que sería su última oportunidad para pisar la tierra natal de sus padres.

«En el vuelo de ida, me insistió que si le ocurría algo teníamos que traerla de vuelta a Chile, y que cuidáramos especialmente a mi padre. Para nosotros fue una sorpresa, no puedo asegurar hasta dónde ella lo intuía», transmite ahora su hijo Gerardo María. Así el 27 de julio, Teresa aterrizó en España junto a dos de sus hijos, Gerardo y Rita, y su nuera. El pretexto era hacer el Camino de Santiago hasta Logroño, que Teresa cubrió en coche, y continuar hasta Brieva. Aunque no sufría ninguna enfermedad grave, Teresa por si acaso contrató un seguro de repatriación y dejó plena constancia de sus últimos deseos.

Fructuoso Parra y Teresa Dávila emigraron a Chile en 1926, y vivieron el resto de sus días en San Antonio, una linda ciudad costera donde Teresa nació, vivió y se casó con un inmigrante asturiano, Adriano María. Con él tuvo tres hijos Gerardo, Rita y Teresa. Allí los María Parra regentaron prósperos negocios como el bazar El Gallo, y la ferretería El Serrucho.

Muy orgullosa de ser chilena, Teresa conservaba la doble nacionalidad y sentía a La Rioja muy cerca, por algo fue elegida reina de La Rioja allí en Chile, en el último Día de la Comunidad, en la casa regional de Martín de Lo Abarca.

«Mírenme», solía decir Teresa a propios y extraños. Ella era así, «honesta» y siempre con una amplia sonrisa. Le gustaba decir que se sentía «la mujer más feliz del mundo» y la sencillez rebosaba por su poros. «Tortilla, jamón y vino» era la mejor comida para la chilena, y ese amor por España y La Rioja se lo transmitió a sus hijos, sus nietos y a su extensa familia.

Su sobrina Mercedes Somalo la describe: «Era transparente como una niña en sus sentimientos y pensamientos», y su primo, Pedro Espiga, la recuerda en este último viaje saltando en el balcón de casa de sus padres y exclamando: «Qué se note que Teruca ha llegado a Brieva». De ahí a la eternidad.

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