Los propietarios con más de 10 pisos o locales se duplican durante la crisis

El desplome fue literal. Lo dicen las estadísticas del Ministerio de Fomento. En el primer trimestre del 2008 -año en el que se fija el inicio de la crisis- el precio medio del metro cuadrado de vivienda libre en La Rioja era de 1.644,2 euros. Es decir, teóricamente se podía adquirir una vivienda de 90 metros cuadrados por unos 148.000 euros. Al cierre del 2013, según la misma fuente, esa misma vivienda podría adquirirse por poco más de 98.000 euros, una tercera parte menos.

En ese caldo de cultivo se han dado dos situaciones: por un lado, la de quienes animados por aquella efervescencia constructora y crediticia se lo jugaron todo a una carta y ahora agonizan para pagar (eso en el mejor de los casos) las elevadas cuotas hipotecarias derivadas de la sobrevaloración de los bienes inmuebles; por otro, la de quienes siguen viendo en el sector inmobiliario la mejor opción para invertir su dinero.

Y es que las grandes fortunas -y algún pequeño inversor- parecen dispuestas a aprovechar esa caída en picado del valor de la vivienda urbana. Si antes de la crisis no eran excepcionales operaciones inmobiliarias de 200.000 o 300.000 euros, ahora la excepción la marcan las que superan los 100.000 euros, precio que profesionales del sector de la compraventa de viviendas atribuyen a la operación media que se cierra ahora en La Rioja.

Y muchas de esas operaciones tienen a los mismos protagonistas. Tanto que lejos de desinvertir, los grandes propietarios de bienes inmuebles en la región siguen acumulando propiedades urbanas. Así lo constatan los últimos datos publicados por la Dirección General del Catastro, que revelan que entre el 2007 y el 2014 el número de titulares que cuentan con diez o más bienes urbanos -sobre todo viviendas, pero también locales y garajes- ha crecido el 132 por ciento. Así, justo antes de que comenzara la crisis había 930 riojanos con más de una decena de inmuebles; en el 2014 ya son 2.163. Si la comparación se hace entre el 2008 y el 2014 el incremento se reduce hasta el 97 por ciento.

La situación más habitual es la del propietario de un único bien urbano. Son, según la Dirección General del Catastro, 128.871 riojanos. Pero, curiosamente, ese es el perfil que menos incremento registra desde el 2007 y sólo sube el 2,1 por ciento (si la comparación se hace con el 2008 ahora hay un dos por ciento menos de propietarios con una única vivienda o local que entonces).

Superado ese primer escalón estadístico, la evolución del multipropietario de La Rioja va en consonancia con el número de inmuebles, es decir, a mayor número de propiedades, mayor crecimiento durante la crisis.

Entre 2 y más de 50 inmuebles

Tanto es así que ahora hay un 33 por ciento más de riojanos con dos propiedades urbanas que en el 2007; un 55 por ciento más de propietarios de tres bienes; un 76 por ciento más en el caso de quienes atesoran cuatro propiedades; un 95 por ciento de los que tienen inscritos a su nombre 5 inmuebles; un 126 por ciento más de quienes reciben entre seis y diez recibos del impuesto de bienes inmuebles; y un 150 por ciento más de titulares de entre 11 y 25 viviendas o locales.

Los dos últimos peldaños de esa escalera de la propiedad en La Rioja no siguen esa progresión. Son los de aquellos que cuentan en su haber con entre 26 y 50 inmuebles o más de 50, pero suben también el 68 y el 87 por ciento, respectivamente.

Transformando esos porcentajes en cifras absolutas, la Dirección General del Catastro desvela que en el 2007 sólo 87 personas tenían en La Rioja más de 50 inmuebles urbanos. Siete años después, en el 2014, hay 163 titulares en esas condiciones. Además, el colectivo de 128 personas que contaba en su cartera inmobiliaria con entre 26 y 50 propiedades urbanas en La Rioja se han convertido en un grupo de 215.

Detrás de ese énfasis comprador, coinciden los expertos inmobiliarios consultados, hay dos elementos: por un lado, el más obvio, la bajada de precios -«se venden pisos en Logroño por menos de 35.000 euros», explica Anabel Pérez, responsable de la inmobiliaria Ágora; por otro, la bajada de los tipos de interés, que facilitan el siempre complicado acceso al mercado crediticio. ¿Y el destino de esas viviendas? Mayoritariamente, al menos de manera transitoria y pese a que la renta mensual también roza mínimos históricos, el alquiler.