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Decenas de personas caminan por una carretera después de haber sido evacuadas de sus casas en Houston. :: Joe Raedle/ afp
Texas, con el agua al cuello

Texas, con el agua al cuello

El paso del huracán 'Harvey' deja ya ocho muertos y supera la capacidad de las autoridades, mientras siembra la destrucción en su camino a Luisiana

CAROLINE CONEJERO

NUEVA YORK.

Martes, 29 de agosto 2017, 00:19

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Las inundaciones en el sudeste de Texas pueden forzar a 30.000 personas a buscar refugio en centros de acogida tras cuatro días bajo el azote del huracán 'Harvey', calificado por el Servicio Nacional Meteorológico de fenómeno «sin precedentes». Mientras se prevé que el agua pueda llegar a alcanzar hasta 1,27 metros de altura, el huracán ha dejado ya ocho muertos y 2.000 rescatados.

La Guardia Nacional al completo, unos 12.000 contingentes, permanece activada en el Estado. Las inundaciones son ya extremas en la región de Galveston, Houston y Corpus Christi. Por su parte el Pentágono anunció que se habían activado unidades de la Guardia Nacional procedentes de todo el país para trasladar aviones de carga, helicópteros Black Hawk y otros equipos de rescate anticipándose a una solicitud de ayuda formal. También la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA) contaba con un despliegue de 5.000 trabajadores de salvamento en Texas.

Los equipos de rescate junto a un creciente contingente de voluntarios moviéndose con el agua al nivel de la cintura no daban abasto en la asistencia a miles de personas atrapadas en la furia de las peligrosas inundaciones y riadas que complicaban aún más la situación. La Policía de Houston hizo patrullar a sus oficiales en botes para localizar a gente atrapada en vehículos y edificios. Asímismo, la Policía pidió a los residentes que cuentan con botes y vehículos acuáticos que ayudaran en las labores de rescate, que claramente ya superaban a las autoridades y los recursos públicos.

Las autoridades piden la colaboración ciudadana en los rescates porque ya no dan abasto con sus medios

Lejos de amainar, la agonía del diluvio torrencial podría extenderse aún varios días más, hasta el próximo viernes, hacia la costa noreste de Texas y partes de Luisiana, donde se esperan más inundaciones y crecidas de ríos. También Mississippi se encuentra en estado de alerta. El volumen de agua caída hasta ahora, que en apenas cuatro días superaba ya el promedio anual, obligó ayer a abrir las compuertas de dos presas para liberar la presión acumulada por la crecida.

El Gobernador de Luisiana, el demócrata John Bel Edwards, pidió a Trump una declaración de emergencia como la de Texas. Los daños en las zonas afectadas aún no han podido contabilizarse, pero todo indica que las labores de limpieza y la recuperación serán más que costosas. El presidente, que trataba de proyectar una imagen seguridad durante el fin de semana en Camp David, calificó la tormenta de «épica» y anunció que visitará Texas hoy, si las labores de rescate estatales lo permiten.

El desastre también está afectando al petróleo, que ayer bajó en la bolsa de Nueva York debido a que la tormenta puede afectar a las refinerías de Texas y Luisiana y con ello a la demanda internacional de crudo de Estados Unidos. «La información sobre la amplitud de los daños causados a las infraestructuras petroleras y gasísticas sigue siendo limitada», dijeron explicaron analistas del banco Goldman Sachs a la agencia AFP. «Los problemas son mayores en la refinación que en la producción», aclararon.

Al mando

En un calculado esfuerzo por parte de la Casa Blanca por presentar al presidente al mando de la situación, se publicaron imágenes de Trump sentado en Camp David rodeado de ejecutivos y en teleconferencia con los responsables de FEMA, el gobierno y los líderes locales y estatales en Texas. Advertido de que se espera que esta sea la prueba de fuego para el presidente y su administración en la gestión de uno de los desastres naturales más serios desde el huracán Katrina, el Gobierno se ha movilizado a fondo para responder y movilizar recursos federales sin esperar a las solicitudes de ayuda, como ocurrió el viernes por la noche cuando el presidente declaró Texas en estado de emergencia apenas horas después del comienzo de las tormentas.

Aun así, el presidente aprovechó la distracción nacional para anunciar el perdón del sheriff Arpaioy continuar la presión sobre los republicanos del Congreso. Dominando las imágenes en televisión, los vientos huracanados de 'Harvey' enterraron la lluvia de críticas sobre el perdón de Arpaio. Aun así, el presidente, que según anunciaba la Casa Blanca tiene un lapso de atención corto, fue criticado en la radio texana por su falta de tacto tras recomendar el domingo vía Twitter la lectura de un libro mientras en Texas, con el agua hasta el cuello y los equipos de rescate sin dormir, muchos lo perdían todo.

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