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Centenares de familias huyen de Guta Oriental, bastión opositor, a través del corredor de Hamuriya. :: LOUAI BESHARA / afp
Siria entra en su octavo año de guerra con el éxodo de civiles de Guta y Afrín

Siria entra en su octavo año de guerra con el éxodo de civiles de Guta y Afrín

El asesor de la ONU Jan Egeland alerta de que se esperan fuertes combates en Idlib y Deraa, en el norte y sur del país

MIKEL AYESTARAN

JERUSALÉN.

Viernes, 16 de marzo 2018, 00:52

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Siria entró en su octavo año de guerra con una jornada marcada por el éxodo masivo de civiles de Guta y Afrín, los dos frentes más importantes de una guerra que deja cientos de miles de muertos -entre 350.000 y 500.000, según distintas fuentes- y millones de desplazados internos y refugiados. Un mes después del inicio de la ofensiva contra Guta, miles de civiles pudieron huir desde el corredor de Hamuriya. Salieron a pie, con lo puesto, con el terror en las caras y la esperanza de encontrar un lugar a salvo de los bombardeos que asolan el último bastión opositor que queda en el cinturón rural de Damasco.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) elevó a 12.500 el número de personas que lograron escapar de la localidad de Hamuriya, en manos de la facción islamista Legión de la Misericordia (Failaq al-Rahman), para dirigirse a los refugios habilitados en la zona bajo control del Gobierno. Esta primera salida masiva de civiles de Guta llegó acompañada de un nuevo envío de ayuda humanitaria, un convoy conjunto del Comité Internacional de la Cruz Roja, la Media Luna Roja siria y la ONU, compuesto por 25 camiones con 5.200 paquetes de alimentos y 5.220 sacos de harina.

En Afrín, cantón kurdo bajo la ofensiva de Turquía desde finales de enero, «más de 30.000 civiles» escaparon de los bombardeos turcos y se dirigieron a las localidades de Nobol y Zahra, según el OSDH, aunque otras fuentes rebajaron la cifra a 10.000. Ankara busca expulsar a las Unidades de Movilización Popular (YPG), milicia kurda a la que califica de «terrorista» pese a que se trata del mejor aliado de la coalición internacional en el combate contra el Estado Islámico (EI), y el presidente, Recep Tayyip Erdogan, adelantó que sus fuerzas no pensaban devolver en el futuro el control de Afrín al Gobierno de Damasco.

Difícil avance

Desde la entrada militar de Rusia en el conflicto, en 2015, el Ejército sirio no para de recuperar terreno y Guta se presenta como su próxima victoria, pero no será la última batalla. El asesor de la ONU para Siria, Jan Egeland, alertó de «los tremendos combates» que esperan en las provincias de Idlib y Deraa, dos bastiones opositores en el norte y sur del país. Después de siete años de guerra el presidente Bashar el-Asad sigue en su puesto y promete recuperar el control de «cada pulgada» de Siria, tarea muy complicada ya que supondría enfrentarse directamente con EE UU, presente en la zona noreste junto a los kurdos; con Turquía, cuyo Ejército está desplegado en Afrín, o con Israel, que aspira a imponer una zona de seguridad en su frontera norte para alejar lo máximo posible a la milicia libanesa de Hezbolá, aliada de El Asad.

Lo que empezó como un levantamiento popular que pedía reformas y apertura en mitad de las 'primaveras árabes', que se extendieron a Túnez, Libia, Egipto y Yemen en 2011, pasó a ser guerra civil cuando los manifestantes se armaron para responder a la brutal represión del régimen. Ahora ya es una especie de mini guerra mundial con países como Rusia e Irán del lado del Gobierno, y Estados Unidos, Turquía, Catar o Arabia Saudí apoyando a los diferentes grupos de una oposición atomizada y con un marcado carácter islamista. Siria se ha convertido en un simple tablero para que las potencias mundiales y regionales diriman sus diferencias.

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