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ROMA.
Viernes, 4 de mayo 2018, 00:36
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Desde que se celebraron hace dos meses las legislativas, la política italiana vive un continuo 'déjà vu'. Se tiene la sensación de estar viviendo un momento por el que ya se ha pasado al escuchar a los líderes de los partidos o al presidente de la República, Sergio Mattarella, al que le toca el difícil papel de director de orquesta para sacar un gobierno de un Parlamento fragmentado y sin mayorías de ningún partido ni coalición.
Después de realizar sin éxito dos rondas de consultas con las formaciones y de encargar a los presidentes del Senado y de la Cámara de los Diputados un 'mandato exploratorio' para que tantearan las posibilidades de formar un ejecutivo, Mattarella mostró que no tira la toalla. Anunció que el lunes volverá a verse con los líderes de los partidos para verificar si le proponen «otras perspectivas» de alianzas.
Será difícil que la próxima tanda de conversaciones del jefe del Estado tenga un resultado distinto al de los intentos anteriores. Los vetos cruzados siguen inamovibles y el tiempo pasado sólo ha servido para que cada partido se enroque aún más. El Movimiento 5 Estrellas (M5E), la formación en solitario más votada, pretende pactar con la Liga, pero exige que ésta rompa con su aliado, Silvio Berlusconi, a lo que se niega el candidato 'liguista', Matteo Salvini. Ante las calabazas recibidas desde la coalición de centro derecha, el M5E ha probado a llegar a un acuerdo con el Partido Democrático (PD), pero también ha pinchado en hueso.
La formación de centro izquierda no se ha movido un centímetro de la posición marcada por Matteo Renzi, que pese a que dimitió como secretario general tras la debacle del 4 de marzo sigue manteniendo una enorme influencia entre sus compañeros. Quedó demostrada ayer, cuando la dirección nacional del PD aprobó por unanimidad la relación del secretario general interino, Maurizio Martina, que cerró la puerta a un gobierno tanto con el M5E como con los conservadores. El lugar del PD será la oposición, como dijo ya Renzi al analizar el resultado poselectoral.
«El voto nos plantea preguntas cruciales sobre el destino del campo del centro izquierda», comentó Martina, reconociendo que los comicios supusieron «una de las derrotas más claras en nuestra historia». La reunión fue un éxito para Renzi, que volvía por primera vez a la sede del PD desde que anunció su dimisión. No llegó el escenario que más temía: una ruptura interna entre sus acólitos y los que no cierran la puerta a hablar con el M5E. El diálogo con los 'anticasta' es «un capítulo cerrado», zanjó Martina.
El PD se salva, al menos de momento, a costa de mantener la ingobernabilidad en Italia. Salvo un inesperado y poco probable cambio de escenario, Mattarella lo tendrá difícil para evitar la repetición de elecciones después del verano.
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