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RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL
MOSCÚ.
Miércoles, 6 de diciembre 2017, 00:34
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Fuerzas del Servicio de Seguridad ucraniano (SBU) protagonizaron ayer en Kiev un intento fallido de arrestar al exgobernador de Odessa y antiguo presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, acusado de preparar un «golpe de Estado». Saakashvili, que llegó a convertirse en un valor en alza en la Ucrania actual y dirigió la estratégica región de Odessa, se ha pasado a la oposición y encabeza ahora en la calle un movimiento de protesta contra la corrupción. Esta actitud parece haber agotado la paciencia del presidente del país, Petro Poroshenko.
Saakashvili fue detenido ayer en su domicilio en la capital ucraniana y llegó a ser introducido en el furgón que debería haberle conducido a los calabozos. Pero sus partidarios acudieron con gran rapidez, impidieron que el vehículo avanzara y, tras forzar una de las puertas y romper los cristales de las ventanas, extrajeron al político georgiano y le pusieron en libertad. Eran unas cien personas y los agentes prefirieron no hacer nada para impedir la acción, pese a que hubo enfrentamientos de cierta intensidad con los activistas.
El SBU, la inteligencia ucraniana, ha acusado al expresidente georgiano de «intento de derrocar al Gobierno» y, en el marco de la investigación y como medida previa a su detención, efectuó ayer un registro en su domicilio. Al mismo tiempo, la Fiscalía General ucraniana ha iniciado contra él un proceso penal por «ayudar a miembros de organizaciones criminales a ocultar sus actividades delictivas». Saakashvili, que también tiene cuentas pendientes con la Justicia georgiana, fue privado de la nacionalidad ucraniana por orden de Poroshenko y considera que todos los cargos que se le imputan, tanto en Ucrania como en Georgia, son «inventados y persiguen fines políticos».
Tras tener que abandonar Georgia, Saakashvili, enemigo acérrimo del presidente ruso, Vladímir Putin, se puso al servicio de la dirección ucraniana surgida tras la caída de Víctor Yanukóvich, en febrero de 2014, consecuencia de la denominada revuelta del Maidán. Estos sucesos fueron calificados por Moscú de «golpe de Estado» para justificar la anexión de Crimea y la ayuda a los separatistas del este de Ucrania. Poroshenko confió al expresidente georgiano la dirección de la importante región de Odessa, pero las discrepancias entre ambos se exacerbaron, sobre todo en lo relativo a los métodos a emplear contra la corrupción, y terminaron arruinando la relación.
Ayer, tras escapar del furgón en el que había sido confinado, Saakashvili se dirigió a sus seguidores, acampados junto al edificio del Parlamento, llamándoles a no tener miedo, «el Ejército está de nuestro lado», dijo. «Seguiremos con nuestras protestas pacíficas», aseguró el político opositor.
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