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Francisco fue recibido con una parada militar a su llegada al aeropuerto de Daca. :: Max Rossi / REUTERS
El Papa reclama «soluciones políticas» y «ayuda inmediata» a los rohinyás

El Papa reclama «soluciones políticas» y «ayuda inmediata» a los rohinyás

Francisco denuncia la limpieza étnica de que es objeto esta pequeña comunidad étnica musulmana por parte de los militares de Myanmar

DARÍO MENOR

DACA.

Jueves, 30 de noviembre 2017, 23:53

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Más allá de las simpatías personales y de las creencias religiosas de cada uno, resulta difícil rebatir la capacidad que tienen los papas para introducir temas en la agenda internacional. Esa autoridad moral, inherente a la responsabilidad de líder de la Iglesia católica, se multiplica cuando quien ocupa el cargo es alguien como Jorge Mario Bergoglio. De ese poder de convicción echó mano ayer Francisco para tratar de buscar una salida digna para los rohinyá, protagonistas de una de las mayores crisis humanitarias vividas en Asia en las últimas décadas. Pidió a la comunidad internacional «soluciones políticas» e «inmediata asistencia material» para los miembros de esta minoría musulmana que sufre una «limpieza étnica de libro», según la ONU, a manos de los militares de Myanmar, antes Birmania. Alrededor de 650.000 personas han tenido que refugiarse en los últimos tres meses en el vecino Bangladés, que ya acogía a más de 300.000 miembros de la comunidad.

Como ocurrió durante los tres días que pasó en Myanmar, tampoco al llegar a Daca utilizó el término 'rohinyá' para evitar problemas a las iglesias locales, aunque eso no impidió que hablara con claridad de ellos. En su discurso ante las autoridades bangladesíes, destacó que «nadie puede ignorar la gravedad» de la situación que se vive en la región de Rakáin, donde viven los rohinyás, invitando a las potencias a que tomen «medidas eficaces para hacer frente a esta grave crisis». El Pontífice agradeció la «generosidad y solidaridad» mostrada por Bangladés, un Estado en vías de desarrollo y con una de las tasas de densidad de población más altas del mundo, por acoger a más de un millón de refugiados. Entre las medidas reclamadas por Francisco está brindar «inmediata asistencia material» a las autoridades de Daca en su esfuerzo por responder a las «urgentes necesidades humanas» de esta perseguida población.

Abdul Harmid

El Pontífice agradeció la «generosidad y solidaridad» mostrada por Bangladés al acogerles

Aunque Bergoglio no quiso utilizar el término 'rohinyá', sí que lo hizo el presidente bangladesí, Abdul Harmid, con el que se reunió en el palacio presidencial de Daca al poco de llegar de Rangún. Harmid no se mordió la lengua a la hora de hablar de lo que está pasando en el país vecino. «Miles de ellos, incluyendo a mujeres y niños, fueron brutalmente asesinados. Miles de mujeres fueron violadas. Sus casas fueron convertidas en cenizas. Tuvieron que buscar refugio en Bangladés para escapar de las despiadadas atrocidades perpetradas por el Ejército» de Myanmar, denunció Harmid. El presidente no se detuvo en si el Papa había utilizado estos días el término 'rohinyá', considerado tabú para los birmanos, y aplaudió su «apasionada voz» contra esta «brutalidad».

Ya en febrero Francisco clamaba contra la actitud de Myanmar por «torturar y asesinar» desde hace años a los miembros de esta minoría «por mantener sus tradiciones y su fe musulmana». Con esta actitud mantenida desde entonces, Bergoglio invita a la «esperanza» de que se pueda solucionar la crisis, subrayó Harmid. «Su cercanía a ellos, sus llamamientos para ayudarlos y garantizar sus derechos otorga una responsabilidad moral a la comunidad internacional para actuar con prontitud y sinceridad».

En su primer día en Bangladés, el Papa visitó dos de los lugares símbolos de la independencia, el Monumento de los Mártires y el Museo dedicado al padre de la patria, y alabó la contribución social que hacen los católicos en el país (sólo un 0,24% de los 160 millones de habitantes) gracias a los 700 centros educativos y 75 hospitales y clínicas que gestionan. Agradeció además la libertad religiosa reconocida por las leyes de Bangladesh, un derecho del que no gozan otras naciones de la región.

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