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Efectivos de emergencia analizan el lugar donde un joven palestino ha sido abatido.
La violencia aumenta en Israel con dos apuñalamientos y el cierre de otra emisora palestina

La violencia aumenta en Israel con dos apuñalamientos y el cierre de otra emisora palestina

Un guardia fronterizo israelí y una mujer han resultado heridos este domingo en sendos ataques en Jerusalén, que han terminado con dos palestinos abatidos

colpisa / afp

Domingo, 29 de noviembre 2015, 23:09

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Un guardia fronterizo israelí y una mujer han resultado heridos este domingo en sendos ataques en Jerusalén, que han terminado con dos palestinos abatidos, mientras aumenta la tensión después de que Israel cerrara una tercera emisora de radio palestina acusada de incitar a la violencia.

En la mañana de este domingo un palestino de 38 años apuñaló a un guardia fronterizo provocándole heridas leves en la Puerta de Damasco, la principal entrada a la Ciudad Vieja de Jerusalén, un lugar donde han ocurrido varios ataques. El atacante, identificado como Basem Salah, oriundo de la ciudad de Nablus, en el norte de Cisjordania, fue abatido por otros guardias fronterizos.

Poco después, una mujer extranjera de 30 años fue levemente herida cerca de una parada de autobuses de Jerusalén Oeste. La policía informó que un sospechoso del ataque fue arrestado.

Más tarde, la Policía israelí ha matado a un palestino de 17 años durante enfrentamientos en Jerusalén Este, ha anunciado el Ministerio de Sanidad palestino. Un comunicado de la policía israelí indica que los agentes habían disparado contra un palestino que portaba un cóctel molotov en el barrio de Ras al Amud. El palestino ha sido identificado como Ayman Abasi, de 17 años, según las autoridades palestinas.

La ola de violencia que comenzó el 1 de octubre le ha costado la vida a 100 palestinos, un árabe israelí, 17 israelíes, un estadounidense y un eritreo. Una gran parte de los palestinos murieron cuando intentaban agredir con arma blanca a policías, soldados o ciudadanos israelíes. Otros murieron en choques con las fuerzas de seguridad o enfrentamientos con colonos judíos.

La comunidad internacional ha intentado impulsar medidas para que palestinos e israelíes controlen el estallido de la violencia. Estos intentos, incluyendo la visita del secretario de Estado John Kerry el pasado martes, han resultado infructuosos.

Los líderes palestinos acusan a Israel de atizar la violencia, afirmando que la continuación de la ocupación y la construcción de asentamientos, junto con el estancamiento del proceso de paz, han dejado sin esperanzas a la juventud. Muchos de los atacantes han sido jóvenes palestinos, algunos de ellos adolescentes, que parecen haber actuado por motu propio.

Clausura de una estación radiofónica

En la ciudad de Hebrón, una zona muy complicada del sur de Cisjordania, el Ejército israelí ha clausurado la estación 'Radio Dream', según ha señalado el propietario de la emisora, Talab Jabari, que ha explicado que los soldados llegaron y requisaron "todo el material, causando importantes daños a la estación".

Jabari ha señalado que recibió una orden de cerrar por seis meses, ya que la radio fue acusada por las autoridades de "emitir programas con el objetivo de promover la violencia y alentar el terrorismo contra los civiles y las fuerzas de seguridad israelíes".

El cierre de las emisores forma parte de un endurecimiento de la política de seguridad por parte de las autoridades israelíes, con el objetivo de frenar los ataques. Esta semana, primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció un endurecimiento de los controles para los vehículos palestinos y un aumento de los controles en vías secundarias. También anunció durante una visita a Cisjordania que se retirarán los permisos para los familiares de los atacantes.

Además el gobierno aumentó las facultades de los soldados israelíes que operan en Cisjordania, donde unos 400.000 colonos israelíes viven anexados a una población de 2,8 millones de palestinos.

Israel también ha ejecutado demoliciones de las casas de los agresores, una práctica que los grupos de derechos humanos dicen que constituye un castigo colectivo para actos individuales.

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