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MIKEL AYESTARAN
JERUSALÉN.
Miércoles, 11 de abril 2018, 00:34
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Siria se acuesta a la espera de conocer el «alto precio» que Donald Trump aseguró que pagaría el presidente Bashar el-Asad por el ataque con armas químicas denunciado por la oposición en Duma. Esta vez ese precio será superior a los 59 misiles que ordenó lanzar hace un año contra una base del desierto sirio de la que partió el caza que arrojó una bomba con gas sarín contra Jan Seijún y mató a 83 personas. La decisión está tomada y parece que Trump, que la semana pasada anunció su intención de retirar a los 2.000 soldados que tiene en Siria, está dispuesto a decir adiós al escenario bélico con una operación que satisfaga a sus aliados regionales: Israel y Arabia Saudí.
Esto significaría seguir el camino que abrió el ataque del lunes contra la base aérea T4 del desierto sirio -operación de la que Damasco y Moscú acusan a Israel y en la que murieron al menos siete iraníes- y golpear las posiciones que Teherán ha ido consolidando en suelo sirio en los últimos siete años.
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