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Obama, durante el discurso con el que se despidió de los estadounidenses.
Una brújula moral en tiempos del 'trumpismo'

Una brújula moral en tiempos del 'trumpismo'

Barack Obama pronunció durante su estancia en la Casa Blanca un puñado de discursos que ya forman parte de la historia

Óscar Bellot

Domingo, 15 de enero 2017, 00:41

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"Los Estados Unidos nunca se han guiado por lo que una persona afirme que puede hacer por nosotros, sino por lo que podemos conseguir juntos, mediante la labor ardua, lenta y en ocasiones frustrante, mas perdurable, del autogobierno". La frase, pronunciada por Barack Obama en su intervención en la Convención Nacional Demócrata que entronizó a Hillary Clinton como candidata presidencial el pasado mes de julio, constituye una admonición tan bella como contundente que tiene como destinatario a quien le sucederá al frente del país de las barras y las estrellas a partir del próximo viernes. La inclusión de todos los sectores, clases y razas, el rechazo de las respuestas fáciles a asuntos extremadamente complejos, la negativa a ver el mundo en blanco y negro y la valentía de afrontar la riqueza de matices que anidan tanto en las cuestiones aparentemente simples como en las más enrevesadas quedan encerradas en esa sentencia y en tantas otras con que el primer inquilino afroamericano del Despacho Oval ha tratado de guiar a lo largo de los últimos ocho años a sus conciudadanos hacia la construcción de un mundo mejor que el que encontró cuando se mudó al 1600 de Pennsylvania Avenue. Esos valores permean, en realidad, la totalidad de los discursos que ha ofrecido desde que aquel 20 de enero de 2009 posase su mano sobre la misma Biblia que emplease 148 años atrás Abraham Lincoln al hacerse cargo de la nación en su periodo más convulso, los más relevantes de los cuales han quedado recogidos en un libro cuya llegada al mercado coincide con la despedida del mandatario.

Un total de 20 discursos conforman el volumen titulado 'Un mundo mejor para nuestros hijos' (Duomo Ediciones), que se erige en obra de referencia para conocer el pensamiento de ese hijo de una madre blanca de Kansas y un padre negro de Kenia que se elevó a la máxima magistratura del país a lomos de la esperanza que levantó con su asombrosa historia personal, un extraordinario carisma y, sobre todo, una hermosa oratoria que conquistó los corazones de unos electores que derribaron con sus votos la barrera racial que hasta entonces había vedado el cargo de presidente a las personas de color.

Obama ejemplifica mejor que nadie el poder arrollador de las palabras. Un total de 2.297 le sirvieron para poner sobre su persona los ojos de todo un país. Fue el número de las que vertió en la Convención Nacional Demócrata que proclamó candidato a John Kerry en 2004. Llegó al TD Banknorth Garden de Boston, denominado por aquel entonces FleetCenter, como un simple aspirante a un escaño en el Senado por Illinois; salió como el depositario de los sueños de millones de ciudadanos que pensaban que el país caminaba en la dirección errónea. Una intervención que se convirtió en singular por su llamada a mantener el optimismo en tiempos de zozobra, por, empleando la fórmula por él elegida, responder a las dificultades mediante "la audacia de la esperanza". "No hay un Estados Unidos liberal y un Estados Unidos conservador: hay un Estados Unidos de América", manifestó. "No hay un Estados Unidos negro y un Estados Unidos blanco, latino o asiático: hay un Estados Unidos de América", remachó. Con aquellas frases puso las primeras piedras en su camino hacia la Casa Blanca.

Unidad frente a la discordia

No están esas sentencias en la obra que saldrá a la venta el 16 de enero, dado que el volumen abarca exclusivamente sus dos mandatos presidenciales, pero sí muchas otras a la altura de los mejores parlamentos de la historia. "Estamos aquí reunidos porque hemos elegido la esperanza y no el miedo, la unidad de propósito y no el conflicto y la discordia", subrayó en el discurso de su primera toma de posesión. "En un momento en el que nuestro discurso está tan extremadamente polarizado, en un momento en que estamos en exceso predispuestos a culpar de todos los males del mundo a quienes piensan de un modo diferente al nuestro, es importante que nos detengamos un instante y nos aseguremos de que nuestro diálogo sirve para sanar, no para herir", incidió tras el tiroteo en Tucson (Arizona) que en enero de 2011 dejó seis muertos y a punto estuvo también de costarle la vida a una congresista demócrata. "Creemos en unos Estados Unidos generosos, compasivos, tolerantes; unos Estados Unidos abiertos a los sueños de esa hija de inmigrantes que estudia en nuestras escuelas y jura fidelidad a nuestra bandera", remarcó ante los congregados en el McCormick Place de Chicago la noche de su triunfo electoral en 2012. "No podemos confundir los principios con el absolutismo, ni sustituir la política por el espectáculo ni considerar que el intercambio de insultos es un debate razonado", expresó con motivo de su segunda toma de posesión.

En el libro hay también espacio para las llamadas de atención que Obama efectuó fuera de su país. Así hizo en la Puerta de Brandeburgo el 19 de junio de 2013. En el mismo escenario en el que 50 años antes John F. Kennedy encerró su defensa de la unidad frente al comunismo en la sentencia "Ich bin ein berliner" ("Soy berlinés"), el ahora mandatario saliente recordó a "los héroes de la Alemania oriental" cuyos sueños se cumplieron "cuando el muro por fin cayó". "A pesar de la fuerza de los ejércitos y la autoridad de los gobiernos, son los ciudadanos quienes deciden si quieren que los defina un muro, o si quieren derribarlo", agregó, para alertar a continuación contra la "autocomplacencia" existente en las democracias occidentales y la "tentación de replegarnos en nuestro interior". "La paz con justicia significa tender la mano a aquellos que tratan de alcanzar la libertad, dondequiera que vivan", resaltó también aquel día.

Abunda también en ejemplos de la consciencia de su propio papel en la historia. "Ahora lo olvidamos, pero durante su vida a King no siempre se le consideró una figura unificadora. Incluso después de alcanzar notoriedad, incluso después de ganar el Nobel de la Paz, King fue denigrado por mucha gente, acusado de ser un demagogo y un agitador de masas, un comunista y un radical. Incluso recibió ataques de su propia gente, de los que pensaban que iba demasiado deprisa y de los que creían que iba demasiado lento", dijo en octubre de 2011 en el mismo lugar en el que Martin Luther King, uno de sus grandes referentes junto a Abraham Lincoln, pronunció su famosa frase de "Yo tengo un sueño". Pero, sobre todo, ofrece una brújula moral para un país que a partir de ahora queda en manos del 'trumpismo'. Valga como muestra un pequeño extracto de su sermón de aquel 20 de enero de 2009 en que comenzó todo: "Nuestra seguridad emana de la justicia de nuestra causa, de la fuerza de nuestro ejemplo y de la templanza de cualidades como la humildad y la contención". Palabra de un presidente.

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