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Donald Trump.
Trump, el hombre que elige a sus empleadas sin ver el currículo

Trump, el hombre que elige a sus empleadas sin ver el currículo

El periodista Mark Singer recupera en 'El show de Trump' su ácido retrato, lleno de situaciones estrambóticas, del aspirante republicano a la Casa Blanca

Álvaro Soto

Domingo, 3 de julio 2016, 01:02

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A veces no resulta fácil diferenciar entre la persona y el personaje. No es el caso de Donald Trump. En él, apenas hay persona porque casi todo resulta personaje, cree el periodista Mark Singer, que publicó en 1996 un largo reportaje sobre el magnate que ahora, 20 años después y con Trump a las puertas de la Casa Blanca, llega a España, actualizado y con prólogo de David Remnick, bajo el título 'El show de Trump. El perfil de un vendedor de humo', de la mano de la editorial Debate.

Bajo la ácida visión de Singer, Trump queda retratado como un millonario menos rico de lo que él mismo piensa, un megalómano capaz de llamar con su nombre a decenas de rascacielos en todo el mundo, un adicto al sexo que contrata a su personal femenino sin mirar el currículo, tan solo por su foto... ¿Quieres saber qué considero realmente una compañía ideal? Un buen culo. Así piensa el político que ha superado a todos sus rivales republicanos en la carrera hacia la presidencia de la Casa Blanca, para la que solo le queda un obstáculo: Hillary Clinton.

Singer no disimula el poco entusiasmo que le generó la idea de tener que escribir un perfil de Trump. Pero una vez hecho a la idea, el periodista acompañó al millonario durante varias jornadas, y ese viaje se convirtió en un recorrido surrealista. Así, Singer cuenta cómo Trump se queja porque en su vida tiene que hacer demasiadas cosas. Y una de ellas es reunirse con el español más universal. Julio Iglesias va a venir a Mar-a-Lago (un 'resort' de superlujo propiedad de Trump), pero yo tengo que 'llamar' a Julio, luego tengo que almorzar con Julio.... Y lo mismo con Pavarotti. ¿Por qué vienen y cantan? Porque les caigo bien, me respetan, qué se yo, se responde el millonario.

Los episodios más oscuros del libro tienen que ver con las quiebras a las que Trump hizo frente durante los años 80 y 90. No solo se vio en aprietos hacia 1990, sino que saltó a los números rojos de una manera alarmante... Sus amigos banqueros financiaron las pulsiones adquisitivas de Trump hasta por 3.750.000 dólares... Durante el proceso (de reestructuración de deuda), 600, 700, quizá 800 millones de dólares de sus acreedores se esfumaron y terminaron en dondequiera que vaya a dar el dinero perdido. En Estados Unidos no hay nada semejante a una cárcel para deudores y esta historia no tiene una moraleja nítida, explica el autor del libro. Sin embargo, situaciones que al resto de los mortales les parecerían dramáticas son de lo más llevaderas para Trump. De hecho, el magnate prefiere estar endeudado que no estarlo, ya que de aquella manera cree que saca lo mejor de sí mismo.

Trump es, según Singer, el adicto a la hipérbole que tergiversa por diversión y en beneficio propio; () el perpetuo adolescente de 17 años que vive en un mundo de suma cero donde solo hay ganadores y 'perdedores totales', amigos leales y 'completos canallas'; el insaciable cazador de publicidad que a diario corteja a la prensa, a cuyos mensajeros, sin embargo, califica como 'basura humana' si no le gusta lo que publican.

Y es que, en general, la gente es, para Trump, simplemente objetos. Así, por ejemplo, explica dónde estudió su doctora personal: ¿En la escuela de 'Los vigilantes de la playa'? ¿Te suena? Seré franco. Cuando vi la foto de la doctora Ginger, no me hizo falta revisar su currículum, ni el de nadie más. Si estás preguntando si se pasó quince años estudiando en el Monte Sinaí (un prestigioso hospital de Nueva York), la respuesta es no. Y te diré por qué: porque al final de esos quince años de Monte Sinaí, no la íbamos a querer ni mirar.

Donald Trump sabe distinguir entre los conceptos de 'lujo', 'súper lujo' y 'súper súper lujo'. Su casa en Nueva York, en la Trump Tower, como no podía ser de otra manera, con vistas a Central Park, tiene tres plantas y 53 habitaciones; y el techo de su salón está a nueve metros de altura. Los más ricos, que piensan que han visto apartamentos grandiosos, vienen y dicen: 'Donald, olvídalo, este es el mejor. Pues ese hombre ha logrado su gran éxito político, lograr la candidatura republicana, azuzando los instintos de la clase baja blanca contra las élites y contra los inmigrantes. Ese hombre, recuerda Singer, si gana las elecciones, tendrá bajo su dedo el botón nuclear.

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