Borrar
Boyle rompe a llorar ante la prensa al llegar a Toronto. :: reuters
«Asesinaron a mi hija y violaron a mi esposa»

«Asesinaron a mi hija y violaron a mi esposa»

El rehén canadiense secuestrado junto a su mujer hace cinco años en Afganistán pide que persigan a los terroristas que les apresaron

AIDA M. PEREDA

Domingo, 15 de octubre 2017, 00:15

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La pesadilla vivida por el canadiense Joshua Boyle, su mujer y tres de los cuatro hijos que tuvieron durante su cautiverio, ha terminado después de cinco largos años en los que han sufrido inenarrables calamidades. Tras su llegada al aeropuerto de Toronto el viernes por la noche, después de ser liberados dos días antes en Pakistán, se montaron en una furgoneta rumbo a su hogar, en la ciudad de Smith Falls (Ontario), pero el cabeza de familia quiso detenerse y hablar con la prensa.

Boyle denunció que «la estupidez y la maldad» que mostró la red Haqqani cuando secuestró al matrimonio -«un peregrino y una mujer embarazada de siete meses», según dijo- sólo fueron «eclipsadas por más estupidez y maldad» cuando decidieron acabar con la vida de su hija Martyr debido a la «reiterada negativa (del cabeza de familia) a aceptar una oferta hecha por estos criminales».

En el texto que llevaba escrito en una pequeña libreta y que leyó ante las cámaras al borde de las lágrimas y con manos temblorosas, pidió al Gobierno afgano que persiga a sus captores y, aunque no dio detalles sobre cuáles fueron las exigencias de sus secuestradores, explicó que su negativa a obedecerles tuvo como consecuencia el asesinato de su hija y la violación de su mujer, la estadounidense Caitlan Coleman, «no como una acción solitaria, sino por un guardián asistido por el capitán de los guardianes y supervisado por el comandante Abu Hajar», perteneciente a la red terrorista Haqqani, afín a los talibanes.

LAS CLAVES El matrimonio viajó a Afganistán en 2012 «para ayudar a la minoría más olvidada del mundo» Boyle quiere construir un entorno que permita a sus hijos «recuperar una parte de la infancia que perdieron»

Viaje truncado

Casados en 2011, Joshua Boyle y Caitlan Coleman, que ahora tienen 34 y 31 años respectivamente, fueron secuestrados por los rebeldes talibanes poco después de que entraran en Afganistán en 2012, parada de un viaje que estaban realizando por varias repúblicas exsoviéticas centroasiáticas para «ayudar a los aldeanos en las regiones controladas por los talibanes en Afganistán».

Tras ser entregados a la red aliada Haqqani, en Pakistán, fueron liberados el pasado día 12 durante una operación de las fuerzas armadas paquistaníes, que habían recibido información de los servicios de inteligencia estadounidenses al descubrir que la familia había sido trasladada a Pakistán a través de la zona tribal de Khurram, fronteriza con Afganistán.

Boyle afirmó haber viajado a Afganistán para ayudar a «la minoría más olvidada del mundo», haciendo referencia a «esos aldeanos ordinarios que viven en zonas recónditas de territorios controlados por los talibanes en Afganistán, donde ninguna ONG, ningún cooperante, ni ningún gobierno jamás logró llevar la ayuda necesaria», indicó. No obstante, según las informaciones publicadas estos días, Boyle estuvo anteriormente casado con Zaynab Khadr, con la que contrajo matrimonio en 2009, y habría sido un destacado activista por la liberación de su entonces cuñado, Omar Khadr, un canadiense de 15 años capturado en Pakistán en 2002 que estuvo largo tiempo encarcelado en Guantánamo y luego en Canadá, antes de ser puesto en libertad en 2015.

El jueves, la ministra canadiense de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland, aseguró que Boyle no era «objeto de ninguna investigación» en su país de origen y negó haber pagado ningún rescate por su liberación. «Nos unimos a la familia para celebrar tan esperado regreso. Canadá jugó un papel activo en el caso del señor Boyle y continuará apoyándolo a él y a sus allegados ahora que han vuelto a su país», indicó el Ministerio en un comunicado en el que pidió respetar «la vida privada de la familia». Ahora Boyle sólo quiere poder construir «un santuario seguro» que sus tres hijos supervivientes «puedan llamar hogar» y un entorno que les permita «recuperar una parte de la infancia que perdieron».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios