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El Supremo ayuda a Trump a festejar su veto antimusulmán

Admite a trámite el recurso del Gobierno contra la prohibición de entrada a ciudadanos de seis países, en vigor aunque con limitaciones

MERCEDES GALLEGO

Martes, 27 de junio 2017, 00:23

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Dentro de unos meses podría quedarse en una victoria pírrica, pero hasta entonces Donald Trump acaba de apuntarse la mayor victoria de su presidencia en los tribunales. El veto a los ciudadanos de seis países musulmanes entra en vigor temporalmente, aunque sea con limitaciones. No lo dice un tribunal cualquiera, sino el Supremo de Estados Unidos, que en última instancia será el que dirima todas las discrepancias sobre el mandato del republicano. La decisión de ayer hace pensar que el magnate encontrará en el máximo órgano el apoyo que busca para sus políticas autoritarias.

LA ODISEA JUDICIAL

  • u27 de enero. Trump firma un decreto que cierra la entrada por 3 meses a ciudadanos de 7 países.

  • u3 de febrero. Un juez federal de Seattle suspende la aplicación de la medida. La Corte de Apelaciones de San Francisco le respalda el día 5.

  • u16 de febrero. La Casa Blanca anuncia otro decreto, que 'salva' a Irak de la prohibición. El 16 de marzo, un juez de Hawai bloquea la nueva medida. El 25 de mayo la Corte de Apelaciones de Richmond confirma la suspensión. El 2 de junio, el Gobierno apela al Supremo.

No en vano el juez Neil Gorsuch, al que designó para sustituir al fallecido Antonin Scalia, se alió con los dos jueces más conservadores de la corte para decir que, si por ellos fuera, el veto migratorio de Trump habría sido restaurado ya y sin cortapisas. No era él sino el juez Merrick Garland, al que eligió Barack Obama en marzo del año pasado, el que debería haber dirimido esa decisión, pero la oposición republicana bloqueó su nombramiento durante casi un año para dar tiempo a que un candidato de su partido ganara las elecciones y pudiera nombrar a alguien más conservador. Gorsuch lo es tanto que el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, tuvo que activar la llamada 'opción nuclear' para que fuera aprobado por mayoría simple, al ser imposible conseguir un mínimo de votos demócratas con los que alcanzar las tres cuartas partes de la Cámara que hasta entonces se requerían para un juez del Supremo. Con 49 años, tiene toda una vida por delante para imponer sus ideas en la sociedad estadounidense, ya que el mandato para el Supremo es vitalicio.

Si bien todo el tribunal ha decidido reinstaurar el veto que el Ejecutivo dice necesitar para garantizar la seguridad nacional, la mayoría, entre la que se cuenta al juez Anthony Kennedy, nombrado por Reagan, ha decidido que eso no puedo aplicarse a los ciudadanos de los seis países afectados -Siria, Libia, Yemen, Somalia, Sudán e Irán- que puedan demostrar «una relación fiable» con personas o instituciones de EE UU, como universidades o empresas. Gorsuch, Clarence Thomas y Samuel Alito discrepan a lo largo de tres páginas por considerar que eso pone sobre el Ejecutivo la carga de dirimir quiénes tienen «una relación fiable». Si fuera por ellos, la versión 2.0 del veto antimusulmán, que libra a Irak y a los residentes permanentes, se habría aplicado íntegramente sin distinguir entre familiares o estudiantes.

Los límites del presidente

Bastará con que otros dos jueces se les unan cuando escuchen el caso en octubre para que la victoria de ayer se convierta en jurisprudencia. Lo que está en juego no es sólo el futuro de los refugiados sirios o de los ciudadanos de otros cinco países, sino cuáles son los límites del presidente a la hora de tomar decisiones por orden ejecutiva sobre temas de seguridad nacional, inmigración y hasta discriminación religiosa.

Con sus tuits como parte del expediente de pruebas que se ha presentado al Supremo, Trump respondió al fallo temporal por Twitter, sino formalmente a través de un comunicado de la Casa Blanca. «Como presidente no puedo permitir que entre en nuestro país gente que quiere hacernos daño. La decisión del Supremo es una victoria para la seguridad nacional». Más tarde se dio el lujo de agradecerla en 140 caracteres con el argumento de que «debemos mantener seguro EE UU».

Esta vez no hubo manifestaciones de protesta en los principales aeropuertos internacionales, ni ejércitos de abogados dispuestos a asistir a los que vean vetada la entrada, ni peticiones de urgencia en los tribunales. Todo el mundo entiende que el controvertido veto antimusulmán acaba de entrar en su recta final. Una en la que será inapelable.

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