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Captura de un vídeo que muestra a un Sujói-34 durante una operación contra el Estado Islámico. :: efe
El Kremlin persigue la cabeza del califa

El Kremlin persigue la cabeza del califa

El Ministerio de Defensa ruso investiga si el líder del Estado Islámico murió en un ataque aéreo contra una reunión en Raqqa a finales de mayo

RAFAEL M. MAÑUECO

Sábado, 17 de junio 2017, 00:37

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Si se confirma la noticia difundida ayer por el Ministerio de Defensa ruso sobre la posibilidad de que el líder del Estado Islámico (EI), Abu Baker al-Bagdadi, muriera en mayo en un bombardeo de la aviación de Moscú, el mundo podría respirar aliviado por haberse librado del 'terrorista número uno'. La Inteligencia militar del país trata de determinar la certeza de la información. Según el comunicado distribuido ayer, aviones de combate Sujói-35 y Sujói-34 atacaron entre las 0:35 y las 0:45 horas del 28 de mayo una reunión del Consejo Militar del Daesh, celebrada en un lugar al sur de la ciudad siria de Raqqa, todavía su principal bastión. El operativo estuvo precedido por un amplio trabajo de acopio de datos de Inteligencia, incluyendo la obtenida por un dron de reconocimiento inmediatamente antes del bombardeo.

La incursión, según el Ejército ruso, produjo la muerte de decenas de mandos del grupo terrorista, de alto rango y de nivel intermedio, y cerca de 300 combatientes que acudieron como fuerza de protección. Entre los muertos se cree que estaría Al-Bagdadi, autoproclamado califa en julio de 2014, y también el emir de Raqqa. De esta operación, según la cúpula castrense rusa, se informó con antelación a EE UU.

Al jefe del Estado Islámico, nacido en 1971 en Samarra (Irak) y por el que Washington ofrece una recompensa de 25 millones de dólares (22,3 millones de euros) se le ha dado por muerto varias veces. Por eso, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, llamó a la cautela. «Estoy al corriente de estas informaciones pero no puedo confirmarlas al cien por cien», declaró a agencias del país. A juicio del jefe de la diplomacia, «este tipo de operaciones de decapitación de grupos terroristas se suelen anunciar a con mucho ruido, pero la experiencia acaba demostrando que las organizaciones consiguen restablecer su capacidad de combate y su dirección operativa». La coalición internacional que actúa en Siria bajo el liderazgo de Estados Unidos tampoco pudo confirmar que Al-Baghdadi esté muerto.

El pasado día 1, el Ministerio de Defensa ruso advirtió de que cualquier columna de terroristas del califato que intentase huir de Raqqa en dirección a Palmira sería atacada con aviones y misiles. Días antes, los combatientes sufrieron varios bombardeos, incluido uno con cohetes de crucero 'Kalibr' disparados desde una fragata y un submarino rusos en el Mediterráneo. Los yihadistas tratan de repeler con varias contraofensivas el asedio al que están siendo sometidos en Raqqa por una alianza kurdo-árabe. La ciudad del norte de Siria fue capturada por Daesh en 2014. Desde allí el grupo se ha dedicado a aterrorizar al mundo.

Nuevas armas

Rusia se metió en la guerra en septiembre de 2015 para evitar la caída de su aliado en la zona, Bashar el-Asad. El jueves, el presidente Vladímir Putin dijo, respondiendo a preguntas de telespectadores rusos, que el conflicto está sirviendo «para que nuestras Fuerzas Armadas puedan probar armas de la última generación».

El Kremlin, que apadrina una tregua en Siria vigente desde diciembre que no incluye al Daesh, trata de impulsar las conversaciones de paz en la ciudad kazaja de Astaná para favorecer un proceso político de transición, hasta ahora sin demasiado éxito. La próxima ronda de diálogo está prevista para principios de julio. La ONU piensa también volver a reunir ese mismo mes a todas las partes en Ginebra. Según el jefe de operaciones del Estado Mayor ruso, general Serguéi Rudskói, las llamadas 'zonas de distensión' en Siria han mejorado notablemente la situación sobre el terreno y «prácticamente han logrado poner fin a la guerra civil». La ONU, sin embargo, considera que tal iniciativa no ha sido todavía puesta de verdad en práctica y asegura que su utilidad dependerá del acceso de ayuda humanitaria sin impedimentos.

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