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Macron visita a soldados franceses en Mali en su primer viaje fuera de Europa. :: C. petit Tesson/ EFE
El «infierno» de Bruselas se prepara para lo impredecible

El «infierno» de Bruselas se prepara para lo impredecible

Trump se reunirá el jueves con Juncker y Tusk, comerá con Macron y pedirá a sus aliados de la OTAN que gasten más

ADOLFO LORENTE CORRESPONSAL

Domingo, 21 de mayo 2017, 00:41

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bruselas. Ni lo fue, ni lo es, ni lo será. El pasado, feliz, se llama Barack Obama. El presente, turbulento, Donald Trump. Europa tiene dos alternativas: o tirar de autoestima o seguir pataleando porque Estados Unidos ha quebrado la placentera rutina comunitaria. Obama se fue y con él uno de los grandes sostenes de una titubeante Unión Europea. «Sois uno de los logros más importantes de la historia de la humanidad», zanjó meses antes de su despedida. Ganó Trump y con él se hizo la oscuridad. No era para menos. ¿Qué esperar de alguien que definía Bruselas como «un infierno» apenas unos meses antes de ganar las elecciones.

En lo diplomático, han sido meses durísimos y de enorme tensión, pero la 'operación deshielo' entre ambos bloques ha comenzado a surtir poco a poco efecto. «Es indudable que el tono de Washington ha dado un giro considerable. Aún hay muchos dosieres abiertos y estamos a la espera de ver en qué quedan los temas, pero el tono se ha rebajado mucho», confiesan fuentes diplomáticas. Y es que el Trump candidato-tuitero nada tiene que ver con el Trump presidente-tuitero. De hecho, está dispuesto a visitar el mismísimo «infierno». Eso sí, a todo correr y con reuniones exprés.

Lo hará esta semana, con una apretada agenda que se concentrará el jueves y que además de una visita a los reyes belgas, estará dominada por su participación en una cumbre bilateral con la cúpula de la Unión Europea, su comida con Emmnuel Macron y su reunión con los jefes de Estado y de Gobierno de su «obsoleta» OTAN.

Para infiernos, pensará, el que está viviendo en su propio país con el 'affaire' ruso y la histórica destitución del máximo responsable del FBI. Así que su llegada a Bruselas, previo paso por el Vaticano, puede ser para él lo más parecido al paraíso. De momento, parece haber levantado la bandera blanca después de unos primeros meses de gran tensión con continuas provocaciones como jaleos constantes en favor del éxito del 'brexit'. Cómo no recordar esa primera foto en la Torre Trump con Nigel Farage. El eurófobo británico fue el primer pseudolíder europeo elegido por el republicano para fotografiarse con él.

La cumbre de Malta, clave

Hubo más. El saliente embajador norteamericano ante la UE, Anthony Gardner, confesó a mediados de enero que la única pregunta que se le planteaba desde el gabinete del nuevo presidente era que «después de Reino Unido, ¿cuál será el próximo país en marcharse?». Y qué decir de la filtración del nombramiento de Ted Malloch como nuevo embajador norteamericano ante la UE.

Fue tal el revuelo generado que la Eurocámara pidió vetarle antes de ser propuesto formalmente (el puesto sigue vacante). ¿Y por qué? Por augurar que «el euro colapsará en un año» o por señalar que «por fin, Reino Unido se librará de los burócratas de Bruselas».

Si hay un momento clave en la abrupta relación entre ambas administraciones esa fue la cumbre a 27 (sin Reino Unido) que los líderes celebraron el 3 de febrero en Malta. 72 horas antes, el presidente del Consejo, Donald Tusk, escribió una carta en la que calificaba a Estados Unidos de «amenaza exterior».

Tusk fue usado de 'poli malo', pero en aquella cumbre todos decidieron rebajar el tono. «No podemos mantener esta tensión, no al menos por nuestra parte. Se trata de estar unidos y actuar con firmeza; de hablar de nosotros, no de los demás», señalaron fuentes comunitarias.

Llegó la calma. Desde entonces, los escarceos públicos han sido mínimos y los pocos que han existido se han referido al «poco dinero» que los europeos gastan en la OTAN. Aunque esto también parece haber quedado en otra tormenta en un vaso de agua. Eso sí, Trump volverá a exigir el jueves a sus aliados que deben gastar más porque papá Estados Unidos ha dejado de ser tal.

Allí coincidirá con Angela Merkel, con quien volverá a darse la mano después de haberse negado a hacerlo en el Despacho Oval durante la visita de una canciller con sonrisa de no entender nada. Horas más tarde, Trump salió a loar a una político a la que había criticado sin piedad por su actuación con los refugiados. Por cambiar, el presidente norteamericano lo ha hecho hasta de tono en lo referido al 'brexit', asegurando que la UE está más unida que antes. Y para elogios, el que concedió a Enmanuel Macron, el nuevo presidente francés, a quien felicitó por su «gran victoria». Ojo, frente a Marine Le Pen, una de sus grandes fans.

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