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MIKEL AYESTARAN CORRESPONSAL
Viernes, 19 de mayo 2017, 00:48
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Los iraníes acuden hoy a las urnas para elegir presidente tras una campaña marcada por las críticas y ataques personales entre los dos clérigos que parten como favoritos, el moderado Hasán Rohaní, que aspira a cumplir una segunda legislatura en el puesto, y el ultraconservador Ebrahim Raisí, que afronta su salto a la política tras una carrera vinculada a la judicatura de la República Islámica. A última hora, Estados Unidos entró de lleno en las elecciones al anunciar que mantiene su compromiso con el acuerdo nuclear que Donald Trump definió en su día como «el peor acuerdo de la historia».
Los estadounidenses aprobaron una serie de sanciones modestas a varios gobernantes iraníes y a cuatro organizaciones que trabajan en el sector balístico, entre ellas una china, pero la Administración Trump extendió el levantamiento de los castigos vinculados con el pacto de 2015 sellado por el anterior Gobierno demócrata y otros seis países y que ha servido para limitar el programa nuclear iraní. Esa decisión respalda el discurso de Rohaní, que quiere mantener las puertas abiertas a Occidente y aspira al levantamiento de todas las sanciones para poder reactivar el país.
El planteamiento del clérigo moderado choca con un Raisí que, rodeado de algunos exministros de la etapa de Mahmud Ahmadineyad, representa al sector más conservador del régimen y acusa a su rival de no haber sabido gestionar el levantamiento de las sanciones porque los beneficios no terminan de llegar a los ciudadanos de a pie. Raisí, custodio de la fundación Astan Quds Razaví del mausoleo del imán Reza de Mashad, la más importante de Irán, ha adoptado un tono populista a lo largo de la campaña y ha acusado a Rohaní de «aumentar el precio de los servicios públicos como el agua, la electricidad, el gas, la telefonía y la gasolina sin devolver los subsidios a la gente». Si sale elegido promete crear millones de puestos de trabajo y triplicar los subsidios a los más necesitados, medidas que podrían disparar la inflación, según sus detractores.
Una urna en casa
Aunque evita la etiqueta de reformista y se define como «moderado», a lo largo de la última semana Hasán Rohaní ha recibido el apoyo público de líderes del reformismo como el expresidente Mohamed Jatamí, apartado de la vida pública por el régimen, y Mehdi Kerrubi, en arresto domiciliario desde las elecciones de 2009, cuando Mahmud Ahmadineyad resultó reelegido y las calles de varias ciudades del país estallaron de ira -con un balance de decenas de muertos y miles de detenidos- porque los opositores consideraron que se había producido fraude en el recuento. El último en sumarse a la lista de apoyos al clérigo moderado ha sido Mir Husein Musavi, ex primer ministro en la etapa de Jomeini y también en arresto domiciliario desde 2009.
Según la web opositora Kalameh, Musavi solicitó a la comisión electoral una urna móvil para poder votar en casa. Los nombres de estos tres políticos han estado muy presentes en toda la campaña de Rohaní y en los mítines multitudinarios la gente coreaba sus nombres.
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