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Una clienta en un pub decorado con elementos a favor del 'brexit'. :: peter nicholls / reuters
May promete un renacer británico

May promete un renacer británico

El Gobierno de Londres contempla una negociación rápida de todos los aspectos del 'brexit'

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Jueves, 30 de marzo 2017, 01:01

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En el cálculo de Theresa May sobre la fecha de notificación del 'brexit' a la UE quizás entró el de hacerlo en el principio de la primavera. Camelias en flor, almendros y narcisos acompañan a los británicos en el «momento histórico», el «giro en la historia de la nación» en el que con «optimismo y esperanza», amparados «en el poder imperecedero del espíritu británico» creen que «sus mejores días están por llegar».

El voto del 'brexit' se fundó en un rechazo conservador en una teoría otoñal, la de los historiadores de la posguerra sobre el declive británico. Margaret Thatcher habría invertido esa presunta decadencia y es la fuente de la creencia de May y sus seguidores en que, liberado de las regulaciones de la UE, Reino Unido volverá a ser una gran nación comercial.

El comentarista del 'Financial Times', Gideon Richman, afirmaba el martes que los partidarios de la nueva 'Britania global' «hablan calurosamente de recuperar la vocación de 'gran nación comercial' cuando fue en realidad una gran nación imperial». La otra fuente del 'brexit' fue la protesta de quienes se sienten a la deriva en la sociedad de hoy, por la desigualdad, la globalización, las secuelas del 'thatcherismo'.

Desde los años de enorme destrucción industrial y gran exportación de petróleo y gas en los tiempos de Thatcher, la economía británica ha conocido muy pocos ejercicios con saldo comercial positico. El crecimiento económico de los últimos años, con productividad estancada, se debe en gran parte al aumento de la población y al consumo doméstico.

El 'brexit' pone en peligro el mantenimiento en la misma escala del atractivo del país como destino de inversión. Firmas japonesas y alemanas han expresado esta semana la incertidumbre que sienten. El presidente de la Autoridad Bancaria Europa, que tiene su sede en Londres, ha advertido de que no bastará a las instituciones financieras de la City establecer sedes de papel en la UE para transportar su actividad.

Junto a cifras de actividad y de inversión extranjera que no parecen afectadas por el 'brexit', un Gobierno con su fiscalidad comprimida por la deuda emprende el abandono de su mayor mercado ilusionado por la inminencia de una nueva primavera nacional. En el transcurso de setenta días ha alterado su tono sobre su actitud ante la negociación que se avecina.

El 17 de enero, May presentó su guía para el 'brexit'. Reino Unido se marchaba de la UE para librarse de una inmigración basada en el libre movimiento de personas y de las decisiones del Tribunal de Justicia comunitario. También se marcharía de la unión aduanera. Y, si no le ofrecían un buen acuerdo, abandonaría la mesa de la negociación, contemplando la competición fiscal con la UE.

Le reprochaban ayer a May el haber asociado en su discurso el logro de un buen Tratado de Libre Comercio con la colaboración en seguridad y terrorismo. Sus portavoces negaron tal asociación. Los avala el tono de su discurso en los Comunes y de la carta entregada a Donald Tusk. May quiere retener todo lo que sea posible en el acceso al mercado común y quiere lógicamente una UE fuerte y próspera.

Tentación rechazada

Cambia el tono y se encara la realidad. Los funcionarios británicos en Ginebra copian y pegan con prisa los tratados comerciales de la UE con terceros países, depositados en la Organización Mundial de Comercio, mientras May se propone terminar en poco más de un año de negociación real el tratado comercial, la resolución de disputas, la coordinación de diferencias reguladoras, fases transitorias.

En febrero, según la Oficina Auditora Nacional, el Ministerio para la Marcha de la UE no había contratado una tercera parte de los mil funcionarios que necesita para la tarea. El funcionariado más bajo en número desde 1939 se enfrenta a una tarea gigantesca bajo un Ejecutivo que modifica tonos y criterios en días, en el que un pequeño grupo en torno a la primera ministra toma las decisiones.

El 'brexit' comenzó por la división del Partido Conservador, unido o sometido ahora por el voto popular y el dictado de los 'Brexiteers'. Holgados en el Parlamento frente a una posición muy débil, miembros del partido piden a May que convoque elecciones anticipadas. Ella lo rechaza, porque quizás cree que en este monumental enredo nadie puede predecir nada.

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