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M. GALLEGO
Jueves, 6 de octubre 2016, 00:19
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En el año en que Theresa May replica los ecos de la 'dama de hierro' y Hillary Clinton puede convertirse en la primera mujer presidenta de EE UU, el espejismo de que en la ONU también se rompería el techo de cristal se desvaneció ayer. Los grandes poderes aparcaron sus diferencias para garantizar el statu quo con la elección como secretario general del ex primer ministro portugués António Guterres, que durante diez años fue el Alto Comisionado para los Refugiados.
La votación ni siquiera se había producido formalmente cuando el embajador ruso Vitaly Churkin apareció sonriente junto a su colega estadounidense Samantha Power, con la que ha intercambiado más gritos y acusaciones que apretones de manos, para anunciar que «tenemos un claro favorito». El hombre que tomará el testigo de Ban Ki-moon el 1 de enero tampoco esperó a la votación de hoy del Consejo de Seguridad para celebrarlo en Twitter: «El Consejo de Seguridad me ha elegido nuevo secretario general. Me siento honrado y feliz».
Durante años se ha dicho que Rusia demandaría que el sucesor de Ban Ki-moon fuera de Europa del Este. De hecho, siete de los diez candidatos presentados habían nacido entre los Balcanes y los Urales y cinco eran mujeres. La búlgara Kristalina Georgieva se presentó el lunes pero no prosperó en la votación provisional de ayer ni frente a su compatriota Irina Bokova, directora de la Unesco, que fue la mujer más votada. Con Rusia en la presidencia del Consejo de Seguridad este mes y con derecho a veto, la sorpresa ha sido mayúscula.
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