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Henry Acosta, mediador entre las FARC y el Gobierno. :: reuters
Acosta, el mediador en la sombra

Acosta, el mediador en la sombra

M. LÓPEZ DE GUEREÑO

Sábado, 24 de septiembre 2016, 00:55

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La historia que vive Colombia estos días no habría sido posible sin la participación de Henry Acosta. Siempre en la sombra, el economista discreto y sencillo ha facilitado el proceso que ahora culmina. Lo intentó con el expresidente Álvaro Uribe pero «no se pudo». Con Juan Manuel Santos el camino fue diferente.

Todo comenzó cuando a finales de los años 90, Acosta, que entonces ejercía de inspector de la ONU en programas de agricultura, fue retenido en el Valle del Cauca por Pablo Catatumbo, su amigo de la juventud. Conversaron y ya no dejaron de hacerlo en los años siguientes. Su esposa Julieta lo acompañó en algunos de aquellos viajes rocambolescos. Dejaban el coche en estacionamientos de centros comerciales y usaban vehículos de amigos para evitar dejar rastros.

Ambos fueron testigos en La Habana del acuerdo de alto el fuego entre el Gobierno de Colombia y las FARC del 23 de junio pasado. Todo un logro de voluntades políticas de ambas partes en el que Acosta colocó la primera piedra y al que le pone fecha: el 7 de septiembre de 2010, cuando Santos envió con él su primer mensaje a la guerrilla.

Acosta nació en Génova, el mismo pueblo del Quindío donde vino al mundo Manuel Marulanda Vélez, 'Tirofijo', uno de los fundadores de las FARC. Del contacto con Catatumbo surgió la propuesta de entablar un dialogo. Se lo ofreció al entonces presidente Álvaro Uribe, quien pidió que las FARC entregaran «los fierros». «Yo no digo eso porque cierro todas las posibilidades de diálogo», le respondió Acosta.

Santos fue más receptivo: «Henry, dígales a ellos que nos juntemos, dialoguemos a ver cómo salimos de las causas políticas, sociales y económicas que originaron el conflicto y si quieren discutimos también la plataforma bolivariana». A Uribe, una figura opuesta a la firma de la paz, «sólo le interesaba la rendición» mientras que Santos «quería un proceso de reconciliación. Por eso el término que se usa es dejación de armas, no entrega de armas». Y se logró.

Henry y Julieta, su mejor aliada, guardan en secreto los pormenores de la historia reciente de Colombia. Ellos gestionaron las conversaciones exploratorias que permitieron a la guerrilla marxista sentarse en La Habana en la misma mesa que la delegación enviada por el Gobierno.

Ya con los acuerdos a punto de caramelo, Acosta invitó a Uribe a «que se montara con dignidad al tren de la historia». Pero el expresidente respondió que no le interesa la historia.

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