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Rousseff asiste a la sesión final de su juicio político en Brasilia. Lula da Silva también estuvo presente en el debate. :: reuters / afp
«No lucho por mi mandato ni por vanidad, lucho por la democracia brasileña»

«No lucho por mi mandato ni por vanidad, lucho por la democracia brasileña»

Dilma Rousseff da un golpe en la mesa y se defiende en el Senado de las acusaciones que pueden costarle el cargo: «No soy una corrupta»

MARCELA VALENTE

Martes, 30 de agosto 2016, 00:27

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Con una apelación dramática que busca evitar su destitución, Dilma Rousseff aseguró ayer ante el Senado que no cometió ningún delito y advirtió que condenarla sin las debidas pruebas es como someterla a la «pena de muerte política». «Estamos a un paso de concretar un golpe de estado», alertó la mandataria brasileña aludiendo al proceso que la mantiene apartada de su cargo y que según interpreta su defensa y diversos juristas se apoya en argumentos frágiles que son «pretextos para viabilizar un golpe» y habilitar a un «Gobierno usurpador».

Por primera vez desde que se inició el proceso, Rousseff se presentó ayer ante el Senado que actúa como tribunal del 'impeachment' y se defendió de las acusaciones que señalan que incurrió en maniobras fiscales para maquillar el déficit y en consecuencia violó la Constitución. «Todos saben que no me enriquecí en el ejercicio de cargos públicos ni desvié dinero público en beneficio propio ni de mis familiares. Tampoco tengo cuentas o inmuebles misteriosos», recordó tras comparar esos antecedentes con los del expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Cunha, que inició el trámite de 'impeachment' contra Dilma a fines de 2015, está preso por corrupción y fue apartado de la presidencia de la Cámara, pero sigue siendo diputado.

Está previsto que los diputados decidan su eventual desafuero mañana mismo. «Seré juzgada por delitos que no cometí, aún antes que quien me acusó, que cometió actos ilícitos gravísimos», se escandalizó la mandataria. «¿Ironía de la historia?», se preguntó. Y respondió: «No. Es una acción deliberada que cuenta con el silencio cómplice de los medios». «Confío -añadió Rousseff- en que habrá justicia. Tengo la conciencia tranquila. Soy una presidenta honesta. No cometí ningún delito de responsabilidad. Las acusaciones en mi contra son injustas. Casar mi mandato es como someterme a una pena de muerte política», alertó.

La mandataria, reemplazada desde mayo por su vicepresidente y exaliado político Michel Temer, respondió ampliamente al interrogatorio de los senadores a pesar de su derecho a mantenerse callada. Hoy debería comenzar el proceso de votación. Para declararla culpable y apartarla definitivamente de la presidencia, los senadores necesitan reunir dos tercios de los votos de la cámara. Es decir, 54 sobre 81. Si Rousseff es condenada, Michel Temer completaría su mandato. En cambio, si la mandataria es inocente volvería a recuperar su cargo.

Apoyo popular

Acompañada por el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, por el popular artista Chico Buarque y otros colaboradores, Dilma hizo uso de su derecho a defenderse durante 45 minutos -sin interrupciones- en los que advirtió que las presuntas maniobras fiscales no constituyen delito.

«No lucho por mi mandato, por vanidad o por apego al poder. Lucho por la democracia, por la verdad, por la justicia y por el bienestar del pueblo brasileño», precisó. «Están en juego las conquistas de los últimos 13 años y el futuro del país», remarcó Rousseff, que cree que Temer representa un retroceso en la política de derechos sociales y reivindicación de las minorías.

En su exposición, la presidenta señaló que respetaba a todos los senadores, agradeció a los que la apoyaron y pidió a los que aún están indecisos que recuerden que «sin crimen de responsabilidad comprobado de manera cabal, (la condena) es golpe». A su juicio sería «un terrible precedente» para otros presidentes o gobernadores. «No acepten un golpe que va a profundizar la crisis en Brasil», les advirtió.

Dilma recordó en numerosas ocasiones que en un régimen presidencialista no basta con que los senadores estén en desacuerdo con la obra de un Gobierno para apartar a un gobernante electo. «Se requiere un crimen de responsabilidad. Si no, el 'impeachment' es anticonstitucional», advirtió. «Voten sin resentimiento», les pidió. «Lo que sienten por la presidenta importa menos que lo que sentimos todos por el pueblo brasileño. Voten contra el 'impeachment'. Voten por la democracia».

Fuera del Congreso, completamente cercado por vallas, algunos manifestantes escuchaban a la presidenta a través de sus teléfonos móviles, mientras otros clamaban sin cesar su regreso.

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