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Imagen de Hillary Clinton en pantalla de la convención demócrata de Filadelfia. :: ANDREW GOMBERT / efe
Obama pasa el testigo a Hillary

Obama pasa el testigo a Hillary

El presidente de EE UU catapulta a la candidata al tiempo que Trump provoca a Rusia para que encuentre sus 'e-mails' borrados

MERCEDES GALLEGO

Jueves, 28 de julio 2016, 00:15

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Hace ocho años Barack Obama descontaba a Hillary Clinton como el pasado de un país en busca del cambio. Ayer defendió sus muchas calificaciones para abordar un futuro en el que él ya es prácticamente pasado y ella, la guardián de su legado. ¿Qué es lo que ha cambiado? Obama tiene más canas y ha probado las mieles y los sinsabores del Gobierno. Ya no habla de sus días como organizador comunitario en Chicago sino del pulso firme y sereno que requiere estar en la Casa Blanca. Es parte de ese 'establishment' del Partido Demócrata sobre el que Clinton reina desde hace mucho. Lo que más le importa es quién le sucederá para que dé continuidad a las medidas que ha emprendido, la mayoría tan frágiles que sólo están escritas en órdenes ejecutivas. Un presidente Trump podría deshacerlas el primer día de Gobierno con una simple firma. El legado de Obama en la historia desaparecía de un plumazo y el país que quiso transformar volvería a ser lo que fue con Bush. O peor.

No todo era conveniencia. Había también en su discurso de anoche una sincera admiración hacia la antigua rival a la que batió en las primarias de 2008 tras una dura y reñida pelea. «Hillary -ha dicho- hizo todo lo que yo pero como Ginger Rogers (con Fred Astaire), de espalda y con tacones». Cuando todo acabó, el nuevo mandatario le tendió la mano y le ofreció una de las joyas de la corona, el puesto de secretaria de Estado. «Lo dudó porque le encantaba ser senadora», la disculpó su marido el miércoles, ahora que la desconfianza entre ambos se ha transformado en lealtad. «Como yo en un contexto diferente, tuvo que seguir pidiéndoselo». Se refería a que tuvo que pedirle la mano a Hillary en tres ocasiones hasta que aceptó. No se sabe cuánto se hizo de rogar con Obama, pero la esposa de este observó que «cuando perdió la nominación ella no se quedó resentida o desilusionada, porque alguien realmente comprometido con el bienestar de su país sabe que lo que hay en juego es mucho más que sus propios deseos o desilusiones», dijo Michelle Obama, con una indirecta a los seguidores de Bernie Sanders. Su discurso fue el único de la convención demócrata que ha alabado hasta Donald Trump. Su esposa Melania admira tanto a esta primera dama que en su intervención plagió algunas de sus frases en 2008.

Clinton fue la encargada de implementar la visión exterior de Obama para liderar al mundo sin ser su policía. Secundó, catastróficamente, la iniciativa francesa de intervenir en Libia para destronar a Gadafi, lo que desperdigó sus milicias por todo el norte de África y envío oleadas de yihadistas bien entrenados a Siria. Su mano estuvo detrás de las negociaciones con Irán y Cuba sin que los acuerdos con ambos países fructificaran hasta que ella se retiró del Gobierno en 2013 para preparar su campaña electoral.

Se la acusa también de apoyar el golpe de Estado de Honduras que forzó la salida del presidente Manuel Zelaya. Esa realidad a la que contribuyó es responsable del éxodo de miles de niños que llegan a la frontera del río Bravo huyendo de la violencia. Muchos creen que si aparecieran los 30.000 'e-mails' que Clinton borró de su servidor privado se encontrarían evidencias de su intervencionismo en Honduras y otros países, ya que incluso los 'e-mails' que se han hecho públicos constatan sus comunicaciones con un grupo de empresarios que apoyó el golpe, con el confidente de Bill Clinton, Lanny Davis, como mediador.

Putin, ¿tras el ciberataque?

En una provocación más, Trump conminó ayer a Rusia a encontrar los correos desaparecidos, con lo que tácitamente condona la intervención de Moscú en los sistemas informáticos y la política de EE UU. «Es la primera vez que un candidato presidencial alienta a un Gobierno extranjero a espiar a su oponente», denunció Jake Sullivan, consejero político de Clinton. Aunque el FBI continúa investigando quién está detrás del ciberataque a los servidores del Partido Demócrata, que explotó en vísperas de la convención, Obama parece convencido de que la mano de Vladímir Putin está detrás: «Sabemos que los rusos piratean nuestros sistemas, no sólo los del Gobierno sino los civiles. Cuáles fueron los motivos para las filtraciones, eso no lo puedo decir. Lo que sé es que Donald Trump ha expresado repetidamente su admiración por Vladímir Putin».

En el parqué de la convención, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright fue un paso más allá: «La verdad es que la victoria de Trump en noviembre sería un regalo para Vladímir Putin, y dado lo que sabemos de las recientes acciones de Rusia, Putin está deseando que gane Trump». Las simpatías dictatoriales de Trump espantan tanto a políticos de derecha como de izquierda.

Ayer el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, que ganó ese Ayuntamiento con el Partido Republicano, subió al escenario de la convención demócrata para expresar su apoyo por Clinton. Contribuyeron también a su defensa el actual alcalde Bill de Blasio, el vicepresidente Joe Biden y, sobre todo, su candidato a vicepresidente Tim Kaine, que aceptó la nominación para ser la mano derecha en el Gobierno de Clinton.

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