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Simpatizantes de Bernie Sanders muestran su apoyo al senador de Vermont en Filadelfia. :: TRACIE VANAUKEN / efe
Los seguidores  de Sanders  se rebelan

Los seguidores de Sanders se rebelan

Gritos y abucheos para el socialista que ayer pidió el voto por Hillary Clinton

MERCEDES GALLEGO

Martes, 26 de julio 2016, 00:18

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Bernie Sanders se ha cuadrado, pero sus seguidores no. Ayer fue la primera vez que el senador independiente se encontró con los abucheos de sus propios delegados, que se sublevaron cuando les dijo que «lo que necesitamos hacer ahora es ayudar a que Hillary Clinton y Tim Kaine sean elegidos». El sueño de la revolución Sanders se rompió en ese momento para muchos. «Es el mundo real en el que vivimos», atajó. Todo un cambio de discurso para quien les había convencido de que no hay nada imposible cuando el pueblo se une.

Sanders intenta reconducir su movimiento hacia una nueva fase en la que tomar el poder desde abajo eligiendo candidatos progresistas desde los consejos municipales hasta el Senado, como hiciera en 2010 el Tea Party. Ayer les pidió algo «tan poco sexy» como trabajar duro tocando a las puertas de sus vecinos y llamando por teléfono a los votantes para que en noviembre salgan elegidos «al menos un centenar de candidatos» que apoyen sus ideas.

A sus 70 años, el socialista independiente ha sido alcalde de Burlington (Vermont), congresista del Estado durante 16 años y senador durante los últimos 9. Sabe muy bien que lo que Donald Trump denuncia es cierto; el sistema está pensado para defender al 'establishment', como han demostrado los correos filtrados por WikiLeaks, en los que el aparato del Partido Demócrata conspiró para herir su candidatura. «Bernie Sanders nunca tuvo la menor oportunidad», sentenció el magnate, que persigue el voto de sus indignados seguidores.

Ese es el temor de Sanders, que no quiere pasar a la historia como el hombre que hizo posible la elección de un «demagogo racista» como Trump. Esa es su responsabilidad. La de sus seguidores, ejercer toda la presión que puedan para que Cliton se orille hacia la izquierda. Para calmarlos la candidata les ha ofrecido estratégicamente la cabeza de la presidenta del partido Debbie Wassserman Schultz, a la que tuvo que telefonear el propio Barack Obama para que dimitiese. Los seguidores de Sanders planeaban darle la espalda en el Wells Fargo Arena cada vez que saliera al escenario, dañando así la imagen de unidad que busca la convención. Según 'The Washington Post', la congresista de Florida pretendía que los altos cargos mencionados en esos e-mails fueran los cabezas de turco, pero la filtración deja claro que el partido no fue neutral. Wasserman tendría que haber abandonado el cargo en enero próximo, pero ahora tiene un nuevo empleo: presidenta honoraria de la campaña de Hillary Clinton. Lo mismo que ha estado haciendo tras bambalinas, pero con honores. «Es asqueroso», espetó la actriz Susan Sarandon, que el domingo lideró las protestas en un parque de Filadelfia.

«No vamos a desaparecer», amenazó. «Bernie Sanders fue sólo la chispa. Cualquiera que pensase que este movimiento era de culto a una personalidad, se equivocó».

«Voto de conciencia»

El senador ya no tiene el control del movimiento. Sus rebeldes no piensan votar por Clinton. «Tengo 68 años y llevo toda la vida votando por el menos malo de los dos candidatos, así que esta vez pienso votar con mi conciencia», afirmaba Josephine Heck, una de sus delegadas por Nueva York. «Donald Trump es un idiota peligroso y Hillary Clinton una mentirosa manipuladora que nos meterá en más guerras. Yo escribiré el nombre de Sanders en la papeleta, que es al que quiero como presidente».

Sin la firma de Sanders, su papeleta será nula. La consigna del «voto de conciencia» que lanzó Ted Cruz en la convención republicana ha calado también en la demócrata, pero hay notables diferencias. Aquí los pesos pesados del partido se han alineado con Clinton y son las bases las que reclaman que la candidata y su gente de confianza les contacten directamente para ofrecerles algo que les satisfaga. Los 1.846 delegados electos de Sanders representan casi el 46% del total. Por eso creen que merecen de Clinton más atención a los temas que les preocupan: el cambio climático, el 'fracking', tratados comerciales como el TPP, la desregulación bancaria, las desigualdades económicas ...

«Estos temas no han desaparecido, así que nosotros tampoco», sentenció Saradon. Le acompañaba en la revuelta el actor Dani Glover, que a sus 70 años se ha dejado la piel por todo el país haciendo campaña por Sanders y buscando el apoyo de su hermanos afroamericanos, entregados a Clinton.

Sarandon ha llegado a decir que una victoria de Trump sería el camino más corto para la revolución, pero estos días asegura estar «abierta» a lo que les ofrezca la ex primera dama. «No voy a comprarla hasta que me ofrezca algo».

No hay nada que Clinton pueda decir en su discurso del jueves que la convenza. La hora de los grandes discursos ha pasado. La decisión de nominar al senador Tim Kaine como vicepresidente les ha demostrados que las palabras con las que se distanció de Wall Street durante las primarias no eran sinceras. Kaine es un conservador social y económico cuya candidatura algunos intentarán retar hoy en el suelo de la convención, si consiguen las firmas que buscan. Una batalla quijotesca que rompería la imagen de unidad que el partido intenta dar con este gran publirreportaje.

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