Borrar
Ardoyne es un barrio situado en el norte de Belfast en el que viven unos siete mil católicos. :: CATHAL MCNAUGHTON / reuters
Triunfo y miseria de la política  del gueto en Irlanda del Norte

Triunfo y miseria de la política del gueto en Irlanda del Norte

Los unionistas parten como favoritos en los comicios del jueves en una región donde las heridas del conflicto aún están muy presentes

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Lunes, 2 de mayo 2016, 01:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El último asesinato en Irlanda del Norte con una motivación vagamente política ocurrió hace diez días en Ardoyne. Dos encapuchados mataron a Michael McGibbon, de 33 años, taxista, padre de cuatro hijos, en un callejón de un barrio al norte de Belfast en el que viven unos siete mil católicos, que eligen como diputado a Gerry Kelly, exconvicto del IRA, responsable de Justicia y Seguridad en el partido Sinn Féin y miembro del consejo supervisor de la Policía regional.

El crimen se achaca al IRA Auténtico, un grupo de 'republicanos disidentes' cuyas diferentes ramas y actitudes hacia la violencia tienen el apoyo de entre el 10% y el 15% de los habitantes de Ardoyne. Kelly pidió a quienes tengan información sobre los autores, en un barrio en el que todos se conocen, que la ofrezcan a la Policía. El nuevo IRA habría castigado con la muerte a un supuesto traficante de drogas, como hacía el viejo IRA de Kelly.

Es un barrio de casas adosadas que descienden en hileras paralelas a una transversal. Eskdale Gardens fue galardonada en 1989 por el ayuntamiento como 'la calle mejor mantenida de Belfast'. Sus cuidados jardines frontales adornan el camino a la travesera, Etna Drive. A cincuenta metros del cruce entre las dos calles hay un muro de cinco metros de altura que separa el enclave católico de otro protestante.

En Etna Drive está la Asociación Ardoyne, que ha de proteger con paneles de red metálica su modesta sede, donde ofrece asesoramiento a vecinos católicos y protestantes sobre trámites con la Seguridad Social, sobre deudas o problemas familiares. Su directora, Elaine Burns, describe una disidencia de rostro enojado pero no violento y otro de jóvenes que pasan el día en esquinas sin nada que hacer y encuentran una causa en la violencia sin sentido.

Hemos tenido ahora este terrible crimen, pero lo que ha cambiado desde el Acuerdo de Viernes Santo es que no hay disparos, bombas y bolsas con muertos. Es lo único que ha cambiado. No hay inversión. La gente vive en la pobreza y la relación entre las comunidades está peor que nunca.

Hace 14 años este vecindario apareció en informativos de todo el mundo por las protestas de vecinos protestantes y probritánicos contra el paso de niñas y padres de esta zona por su barrio, Glenbryn -que está al otro lado del muro en el final de Etna Drive-, de camino a la escuela católica de enseñanza primaria, Holy Cross. Burns cree que aquella disputa y la falta de acuerdo en el Ejecutivo regional sobre las cuestiones del 'legado del conflicto' paralizan a la sociedad.

Cada vecino pasa gran parte de su vida en su comunidad, en su enclave, separado del gueto de los vecinos que profesan otra versión del cristianismo por 'muros de la paz'. El único que ha caído en esta zona es el que había junto a la Iglesia de la Holy Cross. «Fue sencillo derribarlo, porque no había ya nada que atacar al otro lado», dice Burns, con el humor negro característico de Belfast.

Se derribó porque junto a la Iglesia católica se ha creado una residencia para ancianos, construida y mantenida por empleados de las dos comunidades. «Nos rompieron un solo cristal», cuenta Burns, «cuando en cualquier obra que comienza en Belfast hay rotura de cristales y robos». Las familias de esta sociedad dividida comparten ahora cuidados, tristezas y el luto de las últimas horas.

Comparten también nacimientos en los hospitales, asistencia a colegios católicos o protestantes de secundaria que dan asignaturas que el suyo no tiene, la vida laboral en los lugares en los que trabajan, la biblioteca pública, el tratamiento médico. Más jóvenes católicos de Ardoyne van a la universidad y tienen la oportunidad de abrir sus ojos a un mundo más variado. Comparten también su dependencia económica de la Seguridad Social.

Perfeccionar el sectarismo

Caminando desde Ardoyne se puede descender hasta el centro de Belfast por Shankill, bastión lealista probritánico. El gusto por los murales también es compartido. En el distrito católico rememoran el Levantamiento de Pascua de 1916 en Dublín. En el protestante, la batalla del Somme, también de 1916, en la Primera Guerra Mundial. En Ardoyne, la sede de la asociación de exprisioneros es imponente. La de Shankill se llama Centro de Interpretación de Exprisioneros.

Para confirmar que nadie se parece más a un nacionalista de Irlanda del Norte en el planeta Tierra que un unionista de Irlanda del Norte, estos enclaves acumulan los estragos de una guerra terrorista siniestra, una larga desolación económica y cuando votan lo hacen por los dos partidos más sectarios, el Democrático Unionista (DUP) y el Sinn Féin, que han de compartir el Ejecutivo autonómico en el sistema creado en el Acuerdo de Viernes Santo de 1998.

Arlene Foster repetirá como ministra principal si los sondeos no se equivocan, y si es efectiva de nuevo la estrategia electoral de su partido, el DUP, que alienta el temor a que la división del voto unionista permita que Martin McGuinness, el líder del Sinn Féin en el Ejecutivo norirlandés y exmiembro del IRA, se convierta en ministro principal. Y Foster tiene el pedigrí adecuado para que otros unionistas la voten.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios