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Un grupo de manifestantes permanece tras una hoguera durante el bloqueo de la autopista que conecta Nepal con India.
Nepal agoniza sin combustible

Nepal agoniza sin combustible

El boicot no declarado de India tras promulgarse la polémica Constitución federal provoca una grave crisis humanitaria

ZIGOR ALDAMA

Lunes, 30 de noviembre 2015, 00:45

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«Por favor, no hagan cola porque no hay combustible». Esa es la nota que más se ha extendido entre las gasolineras nepalíes. De hecho, la propia Corporación de Petróleo de Nepal (NOC) advirtió hace unos días de que la situación es desesperada y de que no puede distribuir ni una sola gota. «De momento, sólo tenemos reservas para casos de emergencia», afirmó el director de la organización, Gopal Bahadur Khadka. Así, las tarifas de los taxis se han multiplicado por cinco en los dos últimos meses, y hay quien ha tenido que esperar una semana para llenar el depósito. Tan grave es la falta de todo tipo de refinados del petróleo que ni siquiera los aviones pueden despegar.

Muchos vuelos domésticos están cancelados porque no hay combustible, y sólo operan cuando los dos Boeing 757 de Nepal Airlines, a los que se ha sumado un Boeing 767 de carga en los últimos días, hacen viajes nodriza. «Realizan dos vuelos al día a Calcuta, donde cargan 30 toneladas de combustible extra que luego se extrae del avión en Katmandú para abastecer a los vuelos domésticos», contó el periodista Kunda Dixit en un artículo publicado por el diario Nepal Times el viernes. Desafortunadamente, la crisis no parece que vaya a mejorar.

Y todo por culpa del boicot no declarado de India, que ha decidido entorpecer la exportación de combustible al país del Himalaya desde que este último aprobó su polémica Constitución, a finales del pasado mes de septiembre. Esa Carta Magna, que divide el país en siete estados federados, supone la culminación del proceso de pacificación que comenzó en el 2007 con el fin de una década de guerra civil y el acceso de los rebeldes maoístas al gobierno. Un año después cayó la monarquía, pero hasta hace dos meses las fuerzas políticas no han sido capaces de acordar un texto.

A pesar de que la división territorial de Nepal es todavía provisional, nadie en este complejo cóctel étnico parece contento con el plan inicial. Hay varios puntos de fricción: está la reducción en el número de escaños que serán elegidos por representación proporcional, un método que ha otorgado más poder a minorías tradicionalmente discriminadas; el temor de las etnias del 'terai' a ver reducida su influencia por la inclusión en sus estados de grupos de zonas altas con los que existe una gran tensión social; e incluso la discriminación de la mujer que denuncian los colectivos feministas, porque los hijos de quienes estén casadas con extranjeros no podrán acceder a la nacionalidad nepalí, mientras que sí se permitirá en el caso de un padre nepalí casado con una extranjera.

El descontento se ha traducido en multitud de episodios de violencia a lo largo de la frontera, que han provocado la muerte de más de medio centenar de personas y que supusieron el inicio del bloqueo en las carreteras. Esos choques también son la causa aducida por India para explicar el frenazo de las exportaciones, algo que el Gobierno nepalí niega. Diferentes funcionarios han afirmado en la prensa local que el boicot es una represalia «por una Constitución que no le gusta al Gobierno indio», y han denunciado que se trata de «una interferencia en los asuntos internos de Nepal», que compra a India el 60% de su combustible.

Incluso Naciones Unidas ha mostrado preocupación por la situación. Unicef informó de que millón y medio de niños llevan semanas sin poder acudir a la escuela y afirmó el pasado día 18 que la situación «pone en peligro incluso el futuro del país». Por su parte, el órgano de coordinación para la ayuda humanitaria, Unocha, advierte de que faltan los suministros a las zonas más remotas afectadas por el terremoto del pasado 25 de abril, que dejó 8.600 muertos, razón por la que es necesaria una solución antes de que el invierno haga intransitables las carreteras.

Pocas medicinas y comida

«Se debe respetar el libre tránsito hacia Nepal, un país sin acceso al mar, sobre todo por razones humanitarias», afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el pasado día 12. «Todas las partes involucradas deben eliminar los obstáculos inmediatamente», sentenció sin mucho éxito. Así, la situación la resumió bien el titular del editorial que publicó el semanario Nepali Times el pasado viernes: «SOS». No en vano, diferentes organizaciones han avisado de que el boicot se está traduciendo en una grave crisis humanitaria.

Porque también escasean los medicamentos -algunos hospitales están a punto de agotar sus existencias de anestesia y de antibióticos- y la comida -en muchos restaurantes se han tenido que adoptar menús reducidos que cuestan mucho más de lo habitual, y en los mercados se ha disparado el precio de los alimentos frescos-. «Hay muchas vidas en juego, y la situación se está deteriorando cada día», dijo la Embajada de Estados Unidos en un comunicado.

Incluso la naturaleza sufre. Con la caída de las temperaturas, la falta de combustible -incluidos gases derivados del petróleo como el LPG y el CNG- se traduce en una mayor deforestación. Ganesh Karki, presidente de la Federación de Comunidades de Usuarios de los Bosques, fue el primero en dar la voz de alarma. «Sin gas ni queroseno para la cocina y la calefacción, la demanda de madera se ha disparado. Nuestros bosques están en peligro», dijo a la BBC. El propio Gobierno se ha visto obligado a permitir la venta de madera para calefacción hasta en la capital, Katmandú.

Y, por si todo lo anterior no fuese suficiente, el asunto tiene también una importante dimensión geopolítica. Al fin y al cabo, Nepal está embutido entre dos gigantes con intereses encontrados: India y China. Tradicionalmente, por su afinidad cultural y religiosa, así como por la formidable frontera natural que es el Himalaya, el gobierno nepalí siempre ha sido más proclive a firmar acuerdos con Delhi que con Pekín. Pero la actual crisis está provocando un vuelco en las relaciones, ya que ha forzado un acercamiento a China para la importación de combustible.

Los primeros camiones ya han comenzado a llegar desde Tíbet y, aunque su capacidad es insuficiente para suponer un alivio y tendrán problemas para cruzar en invierno, han hecho que muchos exijan al Gobierno que se replantee sus prioridades diplomáticas. «Nos iría mejor desarrollando una relación más estrecha con China», comenta Gurpa Joshi, empresario de Katmandú. «India se hace llamar la mayor democracia del mundo, pero está actuando como una dictadura», apostilla.

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