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Los refugiados se agolpan ante la valla para cruzar la frontera en Grecia y Macedonia. :: R. ATANASOVSKI / afp
Merkel planta cara a los críticos con su política de acogida

Merkel planta cara a los críticos con su política de acogida

La canciller asegura que tiene «un plan» para atender a los refugiados y reclama paciencia y confianza a los alemanes

JUAN CARLOS BARRENA

Viernes, 9 de octubre 2015, 00:28

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Angela Merkel no tiene intención de cambiar su política hacia los refugiados y mucho menos de cerrar las fronteras de Alemania a quienes llegan buscando un futuro seguro en su huida de la guerra y las dictaduras. «No podemos cerrar las fronteras. Si se construye una valla, la gente buscará otro camino: no habrá freno a la acogida», dijo Merkel al ser entrevistada por la periodista Anne Will en uno de los programas de máxima audiencia de la televisión alemana, en el que habló más claro que nunca sobre la crisis y plantó cara a quienes critican su generosa política de asilo, muchos de ellos en las filas de su unión conservadora.

Dirigiéndose a su pueblo advirtió de que no habrá una solución rápida al problema, subrayó que no hay marcha atrás en los actuales desarrollos y reiteró que acoger a tantos refugiados de una vez es la tarea más difícil a la que se enfrenta un gobierno germano desde la reunificación nacional hace 25 años. «Pero ahora la situación está ahí», dijo Merkel para confrontar a todos con la realidad, sobre todo a aquellos que piensan que se trata de un problema pasajero o quienes consideran un peligro potencial para la estabilidad de Alemania a las decenas de miles de personas que buscan refugio en este país.

La mujer mas poderosa del mundo según la revista Forbes se negó a comentar la posibilidad de que sea galardonada hoy con el Nobel de la Paz por su política hacia los refugiados, como vienen especulando los medios nacionales desde hace días ante el hecho de que figura en la abultada lista de candidatos. «Ese debate me oprime. Créame, me siento lo suficientemente ocupada. A toda presión», dijo Merkel para explicar que tiene preocupaciones mas importantes que atender en estos momentos.

La jefa del gobierno alemán apuesta a la larga por que la Unión Europea, tarde o temprano, acabe repartiendo de una manera justa a los peticionarios de asilo entre los distintos países miembros, apoyar a los países que acumulan mas refugiados en Oriente Medio y fomentar ayudas al desarrollo en las regiones en conflicto para evitar que los flujos de migración se pongan en marcha. Con palabras nada habituales, afirmó que su «maldita obligación» negociar.

Merkel considera que los refugiados son gente que «no abandona su patria a la ligera» y que «corren para salvar sus vidas». Y ante los críticos se mostró categórica: «estoy orgullosa de que recibamos a los refugiados amistosamente. No quiero participar en una competición para ver quién es mas antipático recibiendo a los refugiados». Pero también reconoció implícitamente que el Estado ha perdido el control de la situación al señalar que «por el momento es imposible manejar cifras concretas» y que «no depende de nosotros cuantos llegan a Alemania».

Tampoco tuvo tapujos para admitir a actitud reservada de su Gobierno, pero también otros muchos, ante los enfrentamientos bélicos, y describió la misma con estas palabras: «encender el televisor, ver el conflicto en Siria y pensar que alguien se ocupará de él». No tuvo reparos en contradecir abiertamente a quienes, desde las filas de sus aliados de coalición, como el presidente de la Unión Socialcristiana (CSU) y primer ministro de Baviera, Horst Seehofer, o el vicecanciller federal y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, exigen que señale públicamente que Alemania ha llegado al límite de su capacidad de acogida: «No, con seguridad no», además de asegurar que «sí, tengo un plan» para afrontar la crisis. Cuando se le preguntó por el riesgo que la crisis de refugiados supone para su continuidad en el cargo dijo: «Estoy dispuesta a trabajar en esa cuestión tan duramente, tanto como me sea posible». Incluso cuando fue confrontada con su cita «entonces este no es mi país», considerada por la prensa como una amenaza velada de dimisión si Alemania no respondía al desafío de acoger a los refugiados, Merkel señaló que «ese no fue el motivo, pero la gente debe saber quién es su canciller».

La sinceridad de Merkel, el rechazo a las críticas de sus detractores y su insistencia en pedir paciencia y confianza a sus ciudadanos tuvieron su recompensa en las redes sociales, con una respuesta masiva positiva en los hilos del programa. En Twitter recibió elogios incluso del antiguo líder de Los Piratas, Christopher Lauer, quien escribió: «Estoy por convertirme en un ultraseguidor de Angela Merkel», mientras otros como el dirigente socialdemócrata de izquierdas Ralf Stegner hablaban del «I have a (dream) plan», colocando a la canciller al nivel de Martin Luther King, el asesinado dirigente negro estadounidense. Hasta el influyente cardenal de Colonia, Rainer Marie Woelki, rompió una lanza a favor de la canciller, a la que declaró su «apoyo absoluto» y de la que comentó que su confesión ante los telespectadores había permitido ver a «una europea decidida que asume con valor y responsabilidad la cuestión de los refugiados».

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