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Ciudadanos colombianos dejan Venezuela con sus pertenencias a cuesta a través de la frontera con el río Táchira. :: LUIS ACOSTA / afp
Santos y Maduro suben el tono de la crisis

Santos y Maduro suben el tono de la crisis

Los presidentes de Colombia y Venezuela llaman a consultas a sus embajadores tras culparse de los problemas en la frontera

MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO

Sábado, 29 de agosto 2015, 00:41

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La crisis política fronteriza entre Colombia y Venezuela, que afecta a más de 6.000 personas, de ellas 1.085 deportadas, se crispó ayer tras ser llamados a consultas los embajadores de ambos países, y después de las declaraciones de sus respectivos líderes responsabilizándose mutuamente de los problemas y pidiendo acciones al vecino.

Juan Manuel Santos reunió de urgencia a su gabinete. Apostando por la solución dialogada, el presidente de Colombia pidió la convocatoria extraordinaria de los cancilleres de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y de la OEA (Organización de los Estados Americanos), que las autoridades venezolanas respeten los derechos humanos de los colombianos deportados, así como que puedan regresar a recoger los bienes dejados atrás.

Desde Caracas, donde se organizó una multitudinaria marcha «por la paz y contra los paramilitares», el presidente del parlamento, Diosdado Cabello, y el vicepresidente del Gobierno, Jorge Arreaza, fueron dialécticamente mucho más beligerantes e invitaron a cerrar filas en torno a las medidas de Nicolás Maduro sobre el cierre de la frontera común. El mandatario chavista decretó el cierre para vehículos después del ataque contra tres militares que atribuyó a paramilitares colombianos quienes, dijo, controlan el contrabando de alimentos y combustibles, altamente subvencionados en Venezuela, para venderlos a precios mucho más elevados en Colombia, donde además los cambios les favorecen.

Cabello disparó contra los gobiernos colombianos pues han «aprovechado leyes que favorecen el contrabando, la especulación y el bachaqueo (.) que rayan en la inmoralidad». El presidente de la Asamblea Nacional agregó que «no vamos a echar de acá» a los más de cinco millones de colombianos que viven en el territorio. Pero advirtió a Santos de no «hacerle el juego a (Álvaro) Uribe». Por su parte Arreaza señaló que desde que el 19 de agosto se cerró la frontera, «han aparecido» los alimentos y la gasolina.

Sin embargo, la canciller colombiana, María Ángeles Holguín, garantizó que es «imposible romper relaciones», aunque matizó que «el procedimiento llevado por Venezuela es completamente equivocado».

«Campaña de odio»

No ayudan a la calma las reiteradas declaraciones de Maduro. «El presidente Santos la embarró en Cúcuta porque mintió (.) porque hay una campaña contra mí y los venezolanos para sembrar odio, porque le tienen terror a la revolución bolivariana», dijo la madrugada del jueves. Afirmó que lo respeta pero que «la oligarquía» lo «tiene engañado vilmente». Precisó que en los últimos 7 meses han entrado al país petrolero 121.000 colombianos «huyendo de la miseria» de su país y «eso no lo dice Santos».

El dirigente de Colombia, por su parte, al anunciar que había llamado a consultas a su embajador, apuntó que no podía «permitir que Venezuela trate a los colombianos y al Gobierno de esa manera». Aclaró que al convocar a la Unasur «queremos contarle al mundo lo que está sucediendo» siempre dando «prioridad al diálogo y a las vías diplomáticas. Ojalá de parte de Venezuela tengan esa misma actitud porque hasta ahora lo que hemos visto es que no tienen ninguna voluntad de diálogo, ni de soluciones diplomáticas, son soluciones de fuerza o actitudes como las que han tenido con nuestros compatriotas, que merecen respeto, que son seres humanos».

Nicolás Maduro también llamó a su embajador a Caracas anunciando que el Ejecutivo chavista va a «revisar integralmente relaciones con Colombia», por «las agresiones que sufre el pueblo venezolano por el paramilitarismo y la guerra económica».

Maduro insiste en que no abrirá la frontera hasta que el Gobierno colombiano combata el contrabando, la especulación económica y el paramilitarismo.

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