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Israel aumenta la represión contra los extremistas judíos presionado por las críticas

El Gobierno de Netanyahu autoriza la detención administrativa sin cargos de los activistas ultras durante un tiempo ilimitado

COLPISA / AFP

Jueves, 28 de junio 2018, 12:49

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J El Gobierno israelí, sometido a fuertes presiones, anunció ayer la adopción de mayores medidas punitivas contra los extremistas judíos. El anuncio tiene lugar tras la muerte el pasado viernes en Naplusa (Cisjordania) de un bebé palestino de 18 meses durante un ataque con cócteles molotov, acción en la que también resultaron gravemente heridos sus padres y su hermano, y la agresión perpetrada el jueves por un judío ultraortodoxo reincidente que apuñaló a seis participantes del desfile del Orgullo Gay, en Jerusalén.

Los palestinos, pero también la oposición israelí y la Naciones Unidas, denunciaron el ataque y «la impunidad» de la que gozan los colonos judíos y otros militantes de extrema derecha. Ante las críticas, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu prometió ayer «tolerancia cero» ante ese tipo de violencia y su ministro de Defensa, Moshé Yaalon, autorizó la aplicación de la detención administrativa, sin cargos y por una duración ilimitada a los extremistas judíos.

Esta medida, reservada habitualmente por el Gobierno israelí a los palestinos, podría servir para que los investigadores tengan el tiempo necesario para reunir pruebas suficientes que permitan llevar a los sospechosos ante la justicia, según informaron los medios de comunicación israelíes.

Sin embargo, tres días después del ataque de Napulsa, ningún sospechoso ha sido detenido y los palestinos desconfían en el Gobierno israelí, sobre el que tienen una fuerte influencia los partidarios de la colonización y la derecha nacionalista y religiosa.

Violencia conocida

Bajo el lema «el precio a pagar», desde hace años los extremistas judíos agreden a palestinos y árabes israelíes, y cometen actos de vandalismo en lugares de culto musulmán o cristiano, e incluso atacan al ejército israelí. Los palestinos calculan que se han producido unos 11.000 ataques durante los últimos diez años. Según la ONG israelí Yesh Din, el 85,3% de las denuncias de palestinos contra colonos son archivadas por la justicia.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, se quejó de los métodos del Ejército israelí ante los radicales. «Los detienen durante una hora, después los sueltan y ellos pueden volver a atacar», dijo el presidente palestino.

Impotencia gubernamental

Las agresiones, según Abás, son «el resultado directo» de la «política de colonización de Israel», que ha llevado a la instalación de 400.000 colonos en Cisjordania y otros 200.000 en Jerusalén Este, ocupada y anexionada.

Para Yossi Melman, especialista en temas de inteligencia y orden público del diario Jerusalén Post, no hay ninguna explicación lógica a la impotencia de las autoridades israelíes que hasta ahora no han procedido a la detención de ningún sospechoso tras la muerte del bebé. «Es incomprensible que un Estado que logra desmontar el terrorismo árabe y palestino, que constituye un modelo copiado por numerosas agencias de seguridad, encuentre difícil enfrentarse a unos pocos cientos de terroristas y sus cómplices», escribe.

Los responsables de seguridad del Gobierno israelí, por su parte, se defienden argumentando que es difícil infiltrarse en esos pequeños grupos que no emplean teléfonos móviles, permanecen mudos durante los interrogatorios y visiblemente reciben consignas de como comportarse frente a las fuerzas de seguridad.

Un documento encontraron recientemente durante la detención de un ultra judío explicaba cómo prender fuego a mezquitas, iglesias o casas de palestinos sin dejar rastro, según la radio israelí.

Los argumentos oficiales parece que no convencieron al jefe de la oposición de centro-izquierda Isaac Herzog, quien consideró que «cuando el Estado quiere, puede luchar contra el terrorismo». Por ello, apeló al Gobierno de Netanyahu, uno de los ubicados más a la derecha del espectro político en la historia de Israel, a hacer un «examen de conciencia».

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