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Un policía afgano practica registros en la ciudad afgana de Kandahar, de donde era originario el dirigente talibán Mohamed Omar. :: mohamed sadiq / efe
La oportuna muerte del mulá Omar

La oportuna muerte del mulá Omar

El presidente afgano confirma en pleno proceso de paz que el líder de los talibanes falleció hace dos años en un hospital de Pakistán

R. C.

Jueves, 30 de julio 2015, 00:52

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El presidente de Afganistán, Ashraf Gani, confirmó ayer la muerte del líder de los talibanes, el mulá Mohamed Omar, en abril de 2013 en Pakistán, un deceso que según la agencia de Inteligencia afgana ocurrió en un hospital de Karachi. «El Gobierno de la República Islámica de Afganistán, basándose en información creíble, confirma que el líder de los talibanes, el mulá Omar, murió en abril de 2013 en Pakistán», informó el mandatario en su cuenta en la red social Twitter.

El portavoz del Directorio Nacional de Seguridad (NDS), Abdul Hassib Sediqi, dijo a Efe que «el mulá Omar estaba enfermo y fue hospitalizado hace dos años y cuatro meses cerca de Karachi. Murió en el hospital, pero no sabemos si falleció por una enfermedad o por otro motivo». «Teníamos esta información desde hace dos años, pero ahora es más fiable», agregó Sediqi, quien anunció que difundirá más datos en los próximos días.

Las especulaciones sobre la desaparición del líder talibán se habían multiplicado en los últimos meses. En abril, los insurgentes difundieron a través de Internet la primera 'biografía oficial' del dirigente, en un insólito gesto que aspiraba a avalar que seguía vivo y al mando de los suyos. La confirmación del fallecimiento se produce en pleno acercamiento entre el Gobierno afgano y el grupo rebelde después de más de trece años de guerra. Según algunos analistas, las dos partes están ansiosas por enterrar la leyenda de Omar. El Ejecutivo de Kabul destaca que «el terreno para las conversaciones de paz está más allanado que antes» y pide «a todos los grupos opositores armados que aprovechen la oportunidad para unirse al proceso de paz». En teoría, mañana se celebra un nuevo encuentro en este marco, el segundo de este tipo después de la reunión del día 7 en Pakistán.

Pocos líderes estuvieron rodeados del secretismo y el misterio del mulá Omar, el jefe talibán surgido de la posguerra tras el conflicto afgano-soviético que gobernó Afganistán con mano de hierro hasta la invasión de EE UU en 2001. La curiosa biografía publicada en abril por los talibanes lo define como un clérigo musulmán de origen humilde nacido en un pueblo cercano a la ciudad sureña de Kandahar hace 55 años.

Luchó contra la invasión soviética (1979-1989), donde demostró su pasión por el lanzacohetes RPG-7 y sufrió varias heridas, entre ellas la que le costó la pérdida de un ojo. A la retirada de las tropas de la URSS, siguió un breve Gobierno comunista y un brutal conflicto civil entre diferentes grupos muyahidines, caos que aprovechó el mulá para crear en 1994 el grupo de los talibanes. Eran estudiantes de las madrasas de Pakistán, hogar para millones de refugiados afganos.

Emular a Mahoma

Al frente de «los hijos desilusionados de la yihad», el mulá Omar se erigió en una suerte de Robin Hood que ayudaba a los pobres frente a los abusos de otros grupos insurgentes sin pedir nada a cambio, lo que hizo aumentar su prestigio, de acuerdo con el libro 'Los talibanes' del periodista paquistaní Ahmed Rashid. En dos años, el modesto clérigo logró el control de la mayor parte de Afganistán, tomando Kabul en 1996.

Aquel mismo año fue nombrado 'Príncipe de los Creyentes' y se convirtió en emir de Afganistán. En el Emirato Islámico de Afganistán, como los talibanes renombraron el país, el mulá Omar impuso una rígida interpretación de la sharía o ley islámica y trató de recrear el modo en que vivió el profeta Mahoma hace 1.400 años, según Rashid. Se prohibió a las mujeres que salieran de casa, estudiasen, usasen tacones o se pintasen las uñas, y se las obligó a vestirse con burkas, mientras los varones tuvieron prohibido afeitarse la barba. Las ejecuciones, amputaciones y lapidaciones públicas por la violación de los edictos talibanes se convirtieron en eventos semanales entre 1996 y 2001.

El país sufrió sanciones de Occidente por su desprecio de los derechos humanos, pero fue la negativa a entregar a Estados Unidos al líder de Al-Qaida, Osama bin Laden, refugiado en suelo afgano y acusado del ataque a las Torres Gemelas, la que provocó la invasión estadounidense de Afganistán y la caída del régimen talibán en octubre de 2001. El mulá Omar huyó de Kabul en una motocicleta y desapareció para el mundo.

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