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La actual sede de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana será la nueva embajada estadounidense en el país caribeño. :: afp
EEUU y Cuba abren sus embajadas

EEUU y Cuba abren sus embajadas

Después de 54 años, reanudarán las relaciones diplomáticas el 20 de julio

MERCEDES GALLEGO

Jueves, 2 de julio 2015, 00:33

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A principios del mes pasado el propietario de Easter Shore Flagpoles se acercó a la calle 16 NW de Washington para supervisar personalmente la instalación de un mástil muy especial, el que su empresa plantó ese día frente a la mansión que sirve los intereses de Cuba en EE UU. Peter Mullaly no sabía cuándo, pero imaginaba que era el preludio para que la bandera azul y blanca del triángulo rojo volviera a ondear en Washington. Desde ayer se sabe que será el día 20 cuando la mansión construida sobre una villa del siglo XVIII recupere su título de Embajada, según anunciaron ayer los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos.

«Cuando EE UU cerró su Embajada en 1961, no creo que nadie esperaba que tardase más de medio siglo en reabrir, porque sólo nos separan 145 kilómetros y hay lazos muy profundos de familias y amistades entre nuestros pueblos», reflexionó ayer el presidente Barack Obama, «pero ha habido diferencias profundas y reales entre nuestros gobiernos, y a menudo nos hemos dejado atrapar por una forma de hacer las cosas que para EEUU significó aferrarse a una política que no funcionaba».

Era un mea culpa en nombre de su país que sin duda será bien recibido en una Cuba aún recelosa, dada la historia de sedición y asesinatos frustrados para acabar con el régimen de Fidel Castro. De hecho, ni siquiera con el nuevo acuerdo el más de medio centenar de estadounidenses que ya trabajan en la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana podrán circular por la isla sin informar previamente al Gobierno de La Habana, pero habrá diferencias sustanciales. «Todo va a ser considerablemente mejor, más libre y más flexible», dijo un alto funcionario del Departamento de Estado que ha participado en las negociaciones iniciadas en diciembre pasado.

En esa fecha los dos presidentes intercambiaron presos, hablaron personalmente por teléfono durante 45 minutos y declararon que la era de enfrentamiento entre sus pueblos había llegado a su fin. «En lugar de apoyar la democracia y oportunidades para el pueblo cubano, nuestros esfuerzos para aislar Cuba, a pesar de las buenas intenciones, han tenido el efecto contrario, sellando el statu quo y aislando a EE UU de nuestros vecinos en el hemisferio», reconoció ayer Obama.

Los funcionarios del Departamento de Estado que le han ayudado a llevar a cabo ese cambio se congratulaban ayer de lo bien que ha sido recibido en Latinoamérica y en el mundo. «Eso nos está permitiendo establecer con Latinoamérica un diálogo de igualdad en el que todo el mundo acepte sus responsabilidades».

Para algunos, el alzamiento de las banderas será un acto simbólico, porque el verdadero camino ya esta siendo recorrido en las negociaciones que mantienen ambos países para resolver todos los asuntos pendientes, desde las reparaciones hasta el narcotráfico pasando por los derechos humanos, pero los símbolos representan que algo se mueve. «Hace un año parecía imposible que EEUU alzase su bandera de las barras y las estrellas en Cuba», dijo Obama. «Esa hora ha llegado».

Será el propio secretario de Estado John Kerry el que presida la ceremonia inaugural, a realizar en distintas fechas para Cuba y EE UU, cuando visite la isla «más tarde este verano», dijo Obama, aunque ambas embajadas reabran el 20 de julio. El plazo entre el anuncio y la reapertura tiene como objeto cumplir con los quince días que requiere la ley estadounidense para notificar al Congreso del cambio de estatus. Se trata de un mero formalismo, porque no hay nada que este pueda hacer para evitarlo. El Senado, de mayoría republicana, ha advertido que boicoteará la nueva embajada negándole presupuesto y embajador, pero el Gobierno cree que puede funcionar sin ello. Jeffrey DeLaurentis, actual jefe de la oficina de intereses, es especialmente respetado por su larga experiencia en Cuba y nadie duda de que ejercerá a la perfección su papel de embajador en funciones.

Casa de la libertad

Será él quien cambie el cartel en la puerta, ordene el alzamiento de la bandera y reciba al primer secretario de Estado que visita la isla desde 1945. DeLaurentis ha ejercido tres turnos en diferentes cargos en ese edificio de apariencia casi soviética emplazado en El Vedado, junto al malecón, que tiene mucho que envidiar a la mansión que en 1916 restauró Cuba en el barrio de Adams Morgan.

Con todo, el Gobierno estadounidense se ha propuesto que sirva de casa de la libertad para los cubanos, con la instalación de terminales de internet libres para los visitantes. Las telecomunicaciones son uno de los asuntos pendientes en los que trabajan ambos gobiernos, pero también la libertad para recibir a los cubanos que a menudo son acusados de conspiración cuando visitan frecuentemente la sede estadounidense. Unos 400 trabajan para ella, en lo que algunas fuentes consideran la mayor delegación extranjera en La Habana.

Obama pidió ayer al Congreso que no se ponga en el camino del pueblo estadounidense, que estos meses ha demostrado su interés en conocer a sus vecinos al otro lado del estrecho de Florida, con un espectacular aumento del turismo. El levantamiento del embargo que pidió una vez más a los legisladores será el último paso para acabar con más de medio siglo de aislamiento, pero dada la composición conservadora del Congreso, que es el que lo tiene que levantar, es prácticamente imposible que Obama lo vea antes de dejar la Casa Blanca.

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