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La Iglesia Metodista Africana Emmanuel se convirtió ayer en el centro del homenaje de la comunidad a las nueve víctimas. Arriba, Dylann Roof tras ser detenido. :: J. R. / AFP
Dylan Roof quería iniciar «una guerra racial»

Dylan Roof quería iniciar «una guerra racial»

Al asesino confeso de Charlestone le costó perpetrar la masacre porque sus víctimas eran «muy amables»

MERCEDES GALLEGO

Sábado, 20 de junio 2015, 00:37

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Detrás de cada crimen incomprensible, la estupefacción general. Todo el mundo quiere saber qué pasaba por la cabeza de alguien como Dylann Roof cuando apuntó a una viejecita de 87 años con la que llevaba una hora hablando de la Biblia y le pegó un tiro, sólo por ser negra. Nueve personas, incluyendo cuatro reverendos, corrieron esa suerte, reviviendo los fantasmas de los años 60. Esta vez el público tendrá al menos la oportunidad de escuchar de su boca el por qué lo hizo, aunque eso no quiere decir que empiece a entenderlo.

Como otros muchos pistoleros que han conmocionado al país desde la masacre del Instituto Columbine, Roof era un chico tímido, inadaptado y víctima del fracaso escolar. Buscaba desesperadamente una identidad a la que aferrarse y la encontró en el supremacismo blanco. Quería «matar negros» para empezar «una guerra racial», le dijo a la policía, según fuentes de CNN.

No era eso lo que escuchó ayer en el tribunal donde el juez le leyó los nueve cargos de asesinato por los que las autoridades pedirán la pena de muerte. El juez James Gosnell dio la oportunidad de hablar a un representante de cada una de las víctimas. Todas las que lo hicieron le ofrecieron su perdón, decididas a que no triunfe «el odio sobre el amor».

Fue un perdón doloroso, expresado entre llantos, de quienes todavía no han enterrado a sus seres queridos y sienten explotar por dentro el dolor de saber que no volverán a verlos, pero todos quieren honrar a la pequeña congregación que el joven de 21 años liquidó sin contemplaciones. Según las fuentes de CNN, Roof dijo a la policía que era gente «tan amable» que le costó matarlos. Se sabe, por la testigo que dejó viva para que pudiera contar su hazaña, que hasta le dieron la oportunidad de comentar sobre los párrafos de la Biblia que estaban leyendo, pero él declinó la invitación y abrió fuego.

La policía le encontró 15 horas después durmiendo en su coche, algo que según sus conocidos hacía a menudo. No estudiaba, no tenía trabajo, ni casa. Sus padres estaban divorciados y se sabe que fue su progenitor el que le regaló en abril por su cumpleaños la pistola con la que mató a la comunidad de la Iglesia Metodista Africana Emmanuel, o al menos le dio el dinero para comprarla, como especificó ayer su abuelo.

Roof tenía dos casos abiertos con la justicia por posesión de fármacos sin receta y traspaso de propiedad privada, pero como todavía no había sido condenado, nada le impedía comprar un arma. Con ella, decía a sus compañeros, iba a empezar una guerra civil entre blancos y negros. Tan agresivo se había vuelto su discurso que uno de ellos, Joseph Meek, de 20 años, decidió esconderle la pistola para evitar que hiciese «una locura». Meek también tenía sus propios problemas con la justicia, así que su novia le convenció para que devolviese el arma, no fuera a meterse un lío. Ayer penaba esa decisión, convencido de que pudo haber evitado la masacre de Charlestone.

A veces, cuando iban juntos a beber vozka en club de 'striptease', le escuchaba gritar epítetos racistas a las mujeres negras que veía por la calle y amenazarlas con pegarles un tiro. «Yo pensaba: 'Este tío es tonto'», contó su amigo. «Era un racista, pero yo no juzgo a la gente». El racismo y las amenazas habían aumentado en los últimos seis meses, especialmente desde que se sintió poderoso teniendo un arma. Hasta entonces tenía muchos amigos negros entre los 88 a los que estaba enlazado en Facebook y algunos aseguraban que nunca se había pasado con ellos.

«Yo mismo le ejecutaría»

Creció un área rural mayoritariamente negra cerca de Columbia, la capital del estado, donde paradójicamente su familia se preparaba para la boda de su hermana este domingo, que obviamente ha sido pospuesta. Su tío, Carson Cowles, que le identificó ante la policía por las fotos de la cámara de seguridad a la entrada de la iglesia, lamentaba ayer ante Reuters que «todo el mundo va a mirar a esta familia pensando que crió un monstruo, pero su madre no le educó para ser así», aseguró. «Yo mismo le ejecutaría si me dejaran».

Para la comunidad afroamericana no basta con investigar a Roof, sino que es hora de investigar a quienes le inspiraron. Algunos, como el ex policía Cedric Alexander, están convencidos de alguien le manipuló. Otros, como Cornell William Brooks, presidente de la Asociación nacional para el Avance de la gente de Color (NAACP), por sus siglas en inglés, cree que hay que investigar el ambiente que le inspiró, empezando por la bandera confederada que llevaba en la matrícula del coche. Su organización pidió ayer que se destierre esa bandera que defendió la esclavitud durante la guerra civil.

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