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Tsipras busca a la desesperada el apoyo de Merkel y Hollande

El primer ministro heleno se reunió ayer en Letonia con ambos líderes en busca de un gran pacto político que cierre un acuerdo antes del día 5

ADOLFO LORENTE

Viernes, 22 de mayo 2015, 00:55

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Alexis Tsipras volvió a repetir su particular ritual y ayer, en los márgenes de una cumbre comunitaria, se vio a solas con la canciller alemana, Angela Merkel, para intentar arrancarle un nuevo impulso político para que las negociaciones lleguen a buen puerto. En esta ocasión, el encuentro se produjo en Riga, en la capital letona, y como suele ser habitual también asistió el presidente francés, François Hollande, quien a su llegada mostró la necesidad de llegar a un acuerdo de forma inmediata. Ayer no lo hubo, aunque tampoco se esperaba. Y eso que la delegación griega buscó hasta el último momento que el asunto se abordara en la agencia oficial de la cumbre de la llamada Asociación Oriental. Algo que lógicamente rechazó el Consejo porque «no es el escenario adecuado».

La cita llega en un momento crucial. Syriza, la coalición que sustenta el Gobierno griego, ya ha advertido de que o hay acuerdo antes del 5 de junio o, sin ayuda, Atenas no podrá hacer frente al pago de 301 millones que debe hacer al FMI en concepto de intereses. Después de muchas semanas hablando de fechas límites y ultimatums, todo apunta a que ahora es la de verdad debido a la fragilidad de las arcas helenas y el empeoramiento de la economía del país desde el comienzo de las duras negociaciones. La coyuntura es tal que el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, no ha dudado en mostrarse «aterrorizado».

La situación invita a recurrir a la literatura bélica, tan característica de las grandes noches europeas. Pues bien, casualidades del destino, Tsipras y todo su equipo de máxima confianza viajó hasta Riga en un avión de las Fuerzas Armadas helenas porque no había vuelos comerciales directos hasta la capital letona y porque los dos aviones presidenciales -que rechaza utilizar- estaban bajo mantenimiento. Así que vía libre a las metáforas.

Escoltado por su ministro de Estado, Nikos Pappás, el viceministro de Relaciones Económicas Internacionales, Euklidis Tsakalatos -nueva cabeza visible en la negociación con la troika-, el ministro adjunto de Exteriores para Asuntos Europeos, Nikos Juntis, y el portavoz del Gobierno, Gavriil Sakelaridis, el primer ministro griego, que rechazó hablar ante los medios a su llegada, buscó la complicidad de los dos grandes líderes europeos en un momento muy delicado dentro de su propio país, con el ala radical de Syriza exigiendo una ruptura de las negociaciones con el ahora llamado Grupo de Bruselas (la troika).

Nueva polémica de Varoufakis

La respuesta que recibió, según avanzaron fuentes diplomáticas, fue la misma que viene recibiendo en los encuentros anteriores. Máxima colaboración pero el dinero sólo llegará -aún hay 7.200 millones bloqueados del segundo rescate- cuando el Eurogrupo, los ministros de Finanzas del euro, alcancen un acuerdo sobre las reformas a implementar. No será fácil pese al moderado optimismo mostrado estos últimos días por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, gran 'fontanero' de las negociaciones y ayer también presente en Riga. Para muestra, las declaraciones del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, que dijo no poder asegurar, como hizo en 2012, que Grecia no entrará en un peligroso impago.

Y por si Grecia no tuviera bastante con la negociación y su delicada situación financiera, su popular ministro Varoufakis ha vuelto a primera línea de la polémica después de asegurar en una entrevista con el New York Times que mucho de lo publicado sobre el accidentado Eurogrupo de Riga no era cierto y que lo tenía todo grabado. Fuentes de este organismo y la propia Comisión recordaron ayer el compromiso de «estricta confidencialidad» que existe sobre el contenido de las reuniones. Respecto a lo de grabar, no está legalmente prohibido, pero hasta ahora nadie alardeaba de ello.

Varoufakis eludió ayer referirse a la polémica y despachó a la prensa con un triple «cuentos de hadas». En el Parlamento, a preguntas de una oposición muy dura con él, mostró su «respeto» por la confidencialidad de las conversaciones y aseguró que su actitud en este sentido está siendo «ejemplar».

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