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MIKEL AYESTARAN
Sábado, 18 de abril 2015, 01:14
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Dos semanas después de la toma de Tikrit, el gobernador de la provincia de Saladino, Raed al-Jubouri, anunció la muerte de Izat al-Duri (Al-Dur, 1942) en el transcurso de una operación conjunta del Ejército de Irak y las milicias chiíes leales a Bagdad en las montañas de Hamreen, en el norte de la provincia. No es la primera vez que se comunica el fallecimiento del que fue número dos de Sadam Hussein, quien se encontraba en paradero desconocido desde 2003 y a cuya cabeza Estados Unidos puso un precio de 10 millones de dólares (9,26 millones de euros).
Pero esta vez la cadena Al-Arabiya se apresuró a mostrar las imágenes del cadáver de un hombre de edad avanzada, con barba y bigote pelirrojos -su rasgo más característico-. El cuerpo fue trasladado inmediatamente a la capital para practicarle la prueba del ADN y certificar su identidad. Que quedará acreditada según vaticinó más tarde el gobernador de Saladino.
«Es una gran victoria porque [Al-Duri] está considerado como uno de los cerebros del grupo terrorista Estado Islámico (EI)», aseguró Al-Jubouri. Para este alto cargo provincial, la desaparición del antiguo y estrecho colaborador de Sadam Hussein tendrá «un efecto directo en ellos [los yihadistas], habrá una ruptura entre ellos». El gobernador reveló también a la agencia Reuters que el líder baazista muerto iba acompañado de nueve personas y que, «al verse rodeado por nuestras fuerzas, tres de ellos se inmolaron. Entre los cuerpos encontramos el de Al-Duri».
Al que fue vicepresidente de Irak le correspondió el 'rey de tréboles' de la baraja que popularizaron los estadounidenses con los altos cargos del régimen. Los ases eran Sadam, ahorcado en Bagdad el 30 de diciembre de 2006, y sus hijos, Qusay y Uday, que murieron en julio de 2003 en un ataque a su vivienda en Mosul. Otros siete miembros de esta lista también acabaron muertos, tres de ellos ejecutados.
Izat al-Duri era el mandatario baazista de mayor rango que había logrado eludir la captura. Tomó el relevo de Sadam Hussein al frente del partido Baaz después de la ejecución del dictador, y desde el comienzo desempeñó un papel clave en la insurgencia suní de Irak contra las fuerzas norteamericanas y el Gobierno central en manos de la mayoría chií.
El enfrentamiento contra Bagdad le llevó a movilizar a los Hombres del Ejército de la Orden de los Naqshabandi, que en junio pasado participaron activamente en el alzamiento de las provincias suníes que acabó con el entonces primer ministro, el chií Nuri al-Maliki, y supuso la fulgurante irrupción del Estado Islámico (EI) y su toma de una gran parte del territorio iraquí. Al-Duri adoptó el nombre de la corriente sufí del sunismo arraigada en esta zona de Oriente Medio para bautizar a una milicia compuesta por gente leal a Sadam, exagentes de Inteligencia, de la Guardia Revolucionaria y del Ejército.
Distanciado del yihadismo
En los últimos meses, «su papel fue clave a la hora de convencer a las tribus y a los mandos suníes del Ejército de la necesidad de rebelarse contra Al-Maliki y colaborar con el Estado Islámico, pero más tarde se dio cuenta de que los yihadistas no estaban dispuestos a compartir el poder», señala el analista Elijah Magnier, del diario 'Al-Rai'. Este distanciamiento le llevó a atacar el comportamiento del EI y a condenar acciones como el espeluznante asesinato del piloto jordano, quemado vivo ante las cámaras en un vídeo difundido por los yihadistas. En sus últimos mensajes de voz difundidos a través de las redes sociales, dirigente, en un tono que todavía estremecía a los iraquíes, ensalzó los valores baazistas.
El Baaz surgió en Irak en los años 50 como un movimiento político de principios laicos y progresistas integrado por devotos de la causa nacionalista árabe, nada que ver con el modelo que impone desde junio el EI en el autodenominado califato. La alianza militar entre Al-Duri y el EI posibilitó las rápidas victorias en Tikrit y Mosul, pero los problemas internos dieron al traste con un entendimiento quizá imposible.
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