Concluye con avances la tercera ronda de diálogo entre Cuba y la UE

En la conferencia de prensa celebrada en La Habana el jueves al término de dos jornadas de trabajo, Leffler señaló que en esta ronda de diálogo lograron «un mejor entendimiento de las posiciones, sensibilidades, ambiciones de ambas partes, lo que espero nos permitirá preparar la próxima ronda».

Respecto al tema de los derechos humanos Leffler explicó que «hablamos de eso. Son temas sensibles, no quiere decir que sea sensible hablar de derechos humanos, no». «Lo que es sensible son las interpretaciones, la manera de implementar varios instrumentos internacionales(...) que tocan a la autonomía de las estructuras nacionales», añadió.

De todas formas, el director general adjunto de Desarrollo y Relaciones con los Estados de África, del Caribe y del Pacífico de la Unión Europea destacó las coincidencias y fue más diplomático con las diferencias. De acuerdo con las declaraciones del funcionario a la prensa y la cancillería cubana difundidas en un comunicado, ambas delegaciones coincidieron que las conversaciones se efectuaron con «espíritu constructivo y compromiso» mutuo. Pero no se pusieron de acuerdo en la fecha para la próxima cita: según la UE «antes del verano» y según los cubanos «en el verano». Tampoco se manejan plazos cerrados para firmar un acuerdo final.

El funcionario europeo explicó que las conversaciones se centraron en cooperación, pero «hemos presentado los capítulos del diálogo político, como gobernación, derechos humanos, paz y seguridad, lucha contra el terrorismo, y el capítulo del comercio y de las relaciones económicas», agregó. Según Leffler, el deseo de la UE es «cooperar con toda la sociedad cubana». Recordó que el Gobierno de Raúl Castro exige respeto a la «soberanía. Y puntualizó: «Nosotros no imponemos un modelo, no podemos, no queremos».

Por su parte, el vicecanciller Abelardo Moreno, jefe de los negociadores cubanos, expresó su interés de que el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, que normalizaría las relaciones y eliminaría la Posición Común adoptada por impulso de José María Aznar en 1996, «representa una contribución real al fomento de relaciones respetuosas, sobre bases recíprocas y no discriminatorias». Todo ello implica el «pleno respeto a la igualdad soberana de los Estados y la no injerencia en los asuntos internos», matizó.