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El policía que mató a Brown lo volvería a hacer

La multiplicación de las fuerzas policiales y la condena de los líderes negros calma Ferguson mientras la petición de justicia recorre EE UU

MERCEDES GALLEGO

Jueves, 27 de noviembre 2014, 00:44

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Michael Brown tenía que haber empezado en la universidad en septiembre. El policía que lo mató un mes antes tenía planes de casarse, y los ha cumplido. En estos momentos espera su primer hijo. En su primera entrevista, Darren Wilson, exonerado por un Gran Jurado, dijo a la cadena ABC tener «la conciencia limpia». Es más, si regresara a aquel día lo volvería a hacer todo «exactamente igual», dijo tajante. «Sin dudarlo».

«Sólo hice mi trabajo. Es para lo que me pagan. Seguí mi entrenamiento y actué 'en automático' de acuerdo a él», contó fríamente, sin pestañear. En los últimos tres meses ha negociado personalmente la exclusiva de sus primeras declaraciones con los principales presentadores de la televisión estadounidense, de entre los que George Stephanopoulus se llevó el gato al agua.

El policía de 28 años lleva cuatro en el cuerpo y dice que el 9 de agosto fue la primera vez que disparó su arma. De la docena de tiros que soltó contra el adolescente negro desarmado, al que acusa de pegarle un puñetazo y querer arrebatarle el arma, siete entraron en el cuerpo de Brown, al que persiguió para darle caza. El último impactó exactamente donde quería Wilson, en el centro de la frente. Según los forenses, causó la muerte instantánea. A esas alturas el joven de 18 años sangraba y se había vuelto hacia él para entregarse, según la mayoría de los testigos. Al menos uno, sin embargo, coincide con el policía en que se volvió para cargar contra él. «Le grité que se tirara al suelo pero no lo hizo, seguía avanzando hacia mí». Todavía Wilson dice haber tenido la sangre fría de hacer «un chequeo mental» antes de apretar el gatillo. «¿Puedo disparar legalmente a este tipo? Y la respuesta fue sí, tengo que hacerlo, si no me va a matar él a mí». Ni el presentador ni el fiscal le preguntaron por qué no se apartó o retrocedió, ya que Brown estaba herido y desarmado. Según el entrenamiento policial, un agente nunca retrocede ni huye. Dispara a matar.

Wilson repitió en la entrevista que Brown, al que describió «como un demonio», le lanzó «una intensa y agresiva mirada de ira». La madre del chico, que también ayer hizo su primera aparición televisiva desde que el lunes concluyó la labor del Gran Jurado, dijo a la NBC sentir esas palabras como «un insulto sobre el agravio» de haber matado a su hijo y quedar impune. Lesley McSpadden cree que la versión del agente es «disparatada» y una «falta de respeto» que recrea todos los estereotipos raciales. «Para empezar, mi hijo respetaba a las fuerzas del orden. Para seguir, quién, en su sano juicio, se abalanzaría sobre un policía que le apunta con una pistola. Eso es una locura».

En su opinión, cada vez que un afroamericano muere a manos de policías «se intenta demonizar a la víctima explotando los estereotipos raciales, mientras que se pone en un pedestal a los agentes que matan a nuestros hijos». Su abogado añadió que eso «no es justo, hay que cambiar el sistema», que es a lo que aspiran ahora los padres de Brown.

«Quemad esta mierda»

Sin embargo, la noche en la que el fiscal dio a conocer la decisión del Gran Jurado, las cámaras captaron a Lesley rompiendo en sollozos en lo alto de un coche, rodeada por la multitud congregada para recibir con ella la noticia. Su actual marido, que la abrazaba para consolarla, estalló en ira y gritó una y otra vez: «¡Quemad esta mierda!». Eso es lo que pasó la noche del lunes. Más de una veintena de negocios en las arterias principales de Ferguson, la mayoría pertenecientes a la comunidad afroamericana, ardieron en medio de los saqueos y la violencia desatada entre la airada multitud, mientras la Guardia Nacional se limitaba a proteger edificios oficiales. Ante las críticas, el gobernador de Missouri aumentó su presencia de 700 a 2.200 en la segunda noche de disturbios. Eso, aunado al clamor de los líderes negros, que condenaron sin cortapisas los actos violentos, propició una noche más calmada. Con todo, un coche patrulla fue incendiado ante el Ayuntamiento, la Policía disparó gases lacrimógenos y casi medio centenar de personas fueron detenidas.

Barack Obama fue uno de los que salieron a contener los ánimos. «No tengo ninguna simpatía para los que aprovechan lo que ha ocurrido en Ferguson como excusa para la violencia», recriminó. «No tengo ninguna simpatía hacia los que destruyen su propia comunidad». Obama pidió que la frustración se canalice «constructivamente», y anunció que el ministro de Justicia se reunirá con los líderes comunitarios para identificar «pasos muy específicos» para «asegurarnos de que las fuerzas del orden son justas y aplican la ley igualitariamente a todas las personas de este país».

Wilson asegura que habría actuado del mismo modo si el adolescente al que ordenó caminar por la acera hubiera sido blanco. No lo creen así los estadounidenses que ayer participaron en 220 manifestaciones a lo largo y ancho del país, cortando el tráfico y reclamando justicia.

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