Túnez decide su futuro en los primeros comicios libres

Estos comicios vienen precedidos de un período de transición más tranquilo que el vivido en otros países vecinos tras la 'Primavera árabe'. En octubre del 2011 se celebraron las primeras elecciones democráticas tras la caída de Zin el Abidin Ben Ali en las que se impuso el partido islamista moderado Ennahda, que acordó crear un tripartito con otras formaciones laicas. Las diferencias entre ellos provocó el ascenso de grupos radicales y una escala de violencia que llevó a una situación insostenible. Para ello se creó un Diálogo Nacional que promulgó la Constitución. En el marco de este diálogo Ennahda abandonó el poder el pro de un Gobierno tecnócrata liderado por el ahora primer ministro Mehdi Joma.

Ha sido precisamente Joma el encargado de supervisar un proceso electoral que califica de «esperanzador» pero sobre el que planea la sombra del terrorismo. «Sabemos que esta experiencia está amenazada», señaló el primer ministro tunecino. Se trata de la única transición democrática de un país de la región «y eso es el contraproyecto de estos grupos que saben que el éxito de esta experiencia es una amenaza para ellos, no sólo en Túnez, sino en toda la región», destacó Joma.

Es por ello, que los dispositivos de seguridad están siendo reforzados. Especialmente tras la muerte el viernes de ocho personas -entre ellas cinco mujeres yihadistas- en el asalto de las fuerzas especiales tunecinas a una vivienda en la que presuntamente se escondían varios sospechosos de haber matado a un gendarme varios días antes. «Tenemos un dispositivo de seguridad cada vez más potente y eficaz», declaró Joma, para el que esta operación antiterrorista «muestra que el dispositivo es eficaz y que debe aumentar las medidas de vigilancia».

Viejos conocidos

Las de hoy son las primeras elecciones libres tras la promulgación de la nueva Constitución del 27 de enero que inauguró la II República, y tres son las tendencias que predominan la escena política de estos comicios: los islamistas moderados del Movimiento Ennahda, los conservadores laicos de Nidaa Tounes, y el Frente Popular, una coalición formada por una decena de partidos unidos en el 2013 como alternativa socialista y anti-islamista. A falta de unos sondeos electorales que aporten datos más clarificadores -está prohibida su elaboración y publicación-, son Al Nahda y Nidaa Tunes los que parten como favoritos.

Sin embargo, el derrocado presidente Ben Ali no está tan olvidado como algunos quisieran en Túnez. Dos de los antiguos ministros del su Gobierno pilotan sendos partidos políticos rumbo a este tiempo nuevo en Túnez. Kamel Moryane, último ministro de Exteriores del dictador, es la cabeza visible de Al Moubadara; mientras que el exprimer ministro de Ben Ali, Hamed Karwi, pilota el Movimiento desturiano. «Hemos cometido errores, pero hemos hecho autocrítica y revisado el pasado. Y nosotros hemos contribuido grandemente a la modernización del estado», defendió Karwir en uno de sus mitines.

Los tunecinos tienen en sus manos la llave del futuro. Como declaró Monsef Marzuk, jefe de campaña de Nidaa Tounes, «las elecciones legislativas definirán la naturaleza del régimen para los próximos años, entre el democrático y modernista o el oscurantista y retrógrado».