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Los líderes escoceses buscan petróleo en su último debate parlamentario

Los diputados despiden el curso con una sesión centrada en la guerra de cifras sobre las reservas energéticas de la nación

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Viernes, 22 de agosto 2014, 00:19

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Escocia entró ayer en 'purdah'. La palabra de origen persa se traduce como cortina y describe el velo que oculta a las mujeres de los hombres que no son sus familiares en las culturas musulmanas tradicionales. Lo han utilizado los políticos británicos a lo largo del siglo XX para definir el período en el que las instituciones del Estado no deben servir de soporte en una campaña electoral.

La ley de 2013 que regula el referéndum de septiembre en Escocia daba el plazo habitual de 28 días antes del voto para el inicio de la 'purdah'. Y el Parlamento de Escocia, que ha mantenido su actividad en agosto, contra todos los precedentes, celebró ayer su última sesión. Ni se oirán más disputas en la cámara ni los ministros o concejales podrán utilizar su cargo para actos con sesgo de campaña. La sesión fue caliente, como cabía esperar. Las líderes de los partidos laborista y conservador en Escocia, Johann Lamont y Ruth Davidson, atacaron al ministro principal, Alex Salmond, con la noticia del día, la última confesión de voto por hombres y mujeres prominentes de la sociedad escocesa. Era sir Ian Wood, patrón de empresas petrolíferas desde la década de los setenta, con una fortuna en torno a 1.200 millones de euros.

Eligió una publicación de internet especializada en el sector energético, Energyvoice, para quejarse de que el informe que él preparó para el Gobierno británico y presentó el pasado mes de febrero sobre el futuro de la extracción en el mar del Norte, está siendo manipulado con citas interesadas. Había sentido por eso el impulso de explicar a sus hijos y a sus nietos que la unión es lo mejor para Escocia. La realidad, según Wood, es que quedan entre 15.000 y 16.500 millones de barriles si se aplica el régimen fiscal más beneficioso y no los 24.000 que cita el Gobierno escocés. Se exageran los futuros ingresos fiscales. Los jóvenes deben saber que, en su tiempo de vida, comenzará la decadencia. Se notará en 2030. Y en Inglaterra se ha descubierto gas de 'fracking' del que quizás Escocia dependerá en el futuro.

Empleo de por vida

Alex Salmond, según el cronista político de la BBC en Escocia, Brian Taylor, «frecuentemente se crece ante un reto». Y había acudido al Parlamento bien preparado. Citó al propio Ian Wood, que en 2012 invitó a los jóvenes escoceses en una entrevista con la BBC a entrar en el sector petrolífero porque en él tendrían empleo toda su vida.

Fue muy respetuoso con el multimillonario 'sir', a quien su Gobierno encomendó un informe sobre la reforma del sistema educativo, pero el impulso de Wood, hoy, contradice sus cálculos de ayer. Su informe de febrero decía: «Se han extraído de la plataforma continental británica 42.000 millones de barriles y podrían producirse entre 12.000 y 24.000 más». Un profesor de la universidad de Aberdeen, Alex Kemp, cuyos modelos han sido utilizados por el sector, estima que se extraerán entre 15.000 y 16.500 en los próximos 25 años y después, en función de las circunstancias, más, hasta 24.000, o 27.000. El pronóstico de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, órgano supuestamente independiente del Gobierno de Londres, es lúgubre: quedan diez mil.

La campaña del 'no' insiste en que la confianza de los independentistas en alegrar los primeros pasos de su Escocia con gas y petróleo no es realista y Salmond les replica que han convertido a su país en el único en el mundo en el que tener 15.000 millones de barriles de petróleo parece una maldición. Son líneas ya conocidas y los votantes tendrán que elegir a su experto de cabecera.

El lunes habrá segundo debate entre Alistair Darling y Salmond. Las papeletas de voto postal comenzarán a llegar a los hogares escoceses dos días después. En el primero, Darling fue proclamado vencedor, aunque luego los sondeos han mostrado que, si hubo triunfo, fue efímero. Los comentaristas apuntaron a la incertidumbre sobre la moneda como la gran fragilidad de Salmond.

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