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BRIEVA

ARANTZA FURUNDARENA

Lunes, 25 de junio 2018, 19:51

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Dudo que alguien rompa una lanza o cuelgue una pancarta en su balcón a favor del acercamiento del preso vasco Iñaki Urdangarin a casa... Es decir, a Suiza. Y sin embargo resulta evidente que, como dice el refrán, las penas (incluso las de cárcel) con pan son menos. Urdangarin es el único hombre en Brieva, una prisión de mujeres. Dicho así, suena casi a paraíso islámico. Pero la realidad es que va a ocupar un módulo para hombres que está completamente deshabitado. Él va a ser el famoso preso número 9 de la canción. Y el 8 y el 7, el 1 y el 2 porque, total, ahí no va a haber nadie más. Solo, completamente solo, Urdangarin no se va a tener que relacionar con nadie que no sean sus propios carceleros. A ese módulo se le llamaba el de los arrepentidos. Y no porque al contacto con la soledad más extrema el preso llegara a arrepentirse, sino por haber sido el lugar aislado y seguro al que el juez Garzón solía enviar a los delatores.

En ese módulo cumplió condena Luis Roldán. Y en quince años tuvo tiempo de leer a Nietzsche, Kafka, Walter Benjamin y la Biblia... Pero no de arrepentirse. Quizás porque el ser humano, en absoluta confrontación consigo mismo y sin nadie más de testigo, lejos de censurarse, tiende a darse más que nunca la razón. Luego sale y generalmente escribe un libro de autoayuda y autobombo. Por eso, volviendo a la Biblia, no es bueno que el hombre esté solo.

A mí me gustaría que Urdangarin, extraviado según dicen del mundo real tras haber entrado en contacto con la enrarecida atmósfera del poder, las influencias y el dinero, recuperara el sentido de la realidad a través del trato con otros presos, seres opuestos a él cuya falta (y no sobra) de privilegios los llevó a delinquir. Claro que en un hombre tan sumamente influenciable existe el peligro de que vuelva a dejarse arrastrar por las malas compañías... Pero, en aras de la rehabilitación y la reinserción, merece la pena correr ese riesgo. Él, que fue un deportista de élite, hasta podría organizar partidillos de balonmano en el patio. Tal vez sería una forma de reencontrarse con el chico majo y sencillo que fue antes de que lo devorara la ambición. Pero me da que no caerá esa Brieva... Porque a Urdangarin lo han sacado de una burbuja para meterlo en otra peor.

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