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P. MUÑOZ
Lunes, 16 de enero 2017, 23:39
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La duquesa de Cambridge, Kate Middleton, cumplió ayer 35 años y lo celebró por todo lo alto en la residencia de Anmer Hall, en Norfolk. Si bien la familia real británica no quiso dar detalles de la reunión, sí trascendió que la llamada a ser futura reina de Inglaterra festejó su onomástica en una fiesta íntima junto a su marido, el príncipe Gillermo, que también cumplirá 35 años en unos meses, y sus dos hijos, George, de tres años, y Charlotte, de uno, además de sus amigos más cercanos.
La popularidad de Kate no ha hecho más que aumentar desde que hace ya tres lustros apareciera por primera vez en los medios de comunicación vinculada a la familia real. Fue durante sus años de estudiante, pues compartía residencia con el príncipe Guillermo en la Universidad de St. Andrews, en Escocia. Su noviazgo y posterior boda con el hijo mayor del heredero al trono de Inglaterra la pusieron en el disparadero de la prensa del corazón, un desafío que superó con sobresaliente: su sonrisa contagiosa, su estilo clásico y elegante y una innegable habilidad para adaptar el protocolo a su favor le permitieron cautivar a sus compatriotas y dar la vuelta a unas encuestas que situaban a la Corona en uno de sus momentos más bajos en cuanto a popularidad. Guillermo y ella son hoy, sin duda, una de las parejas reales más queridas.
La joven duquesa, que creció en una familia de clase media alta, es reconocida por su buen gusto al vestir. Su última aparición pública tuvo lugar el pasado domingo, cuando acudió con el resto de la familia real al servicio religioso en la iglesia de Santa María de Sandringham, en Norfolk. La ceremonia adquirió especial relevancia al contar con la presencia de la reina Isabel II, que reaparecía por primera vez tras 19 días recluida en palacio después de haber sufrido un grave resfriado durante las pasadas navidades. También asistió a la ceremonia la hermana pequeña de Kate, Pippa Middleton, junto a sus padres. Kate lució un chaquetón verde oscuro y un sombrero de piel gris.
Pero en esta ocasión quien acaparó los flashes fue la reina Isabel, que asistió a la ceremonia con un abrigo negro y un sombrero azul adornado con una pluma muy llamativa. La soberana, de 90 años, completó su 'look' sencillo pero elegante con un collar de perlas y unos guantes negros. Según fuentes del palacio de Buckingham, durante su convalecencia mantuvo su actividad institucional de puertas adentro, y por ejemplo entregó una condecoración a un militar. Pero por precaución médica se prefirió que no saliese al exterior.
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