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La familia, feliz, en una fiesta en la embajada de EE UU en Madrid. :: r.c.
Borja  vuelve a cantar bingo

Borja vuelve a cantar bingo

Al hijo de Tita Thyssen le caen hoy 35 años y otros cinco millones de euros de la herencia del barón

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 30 de julio 2015, 22:55

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Borja, el hijo de Carmen Cervera, cumple hoy 35 años. Si es un hombre agradecido, debería celebrarlo fumándose un Davidoff Aniversario, como mínimo del 3, en homenaje simbólico al magnate que cambió su vida (a mejor) hasta convertirla en una permanente Bonoloto. Porque si aquel remoto verano del 81 la familia Davidoff no hubiera invitado a su madre a la isla de Cerdeña él no se apellidaría hoy Thyssen. Ni estaría a punto de cobrar un pelotazo de cinco millones redondos de euros. Y es que este año Borja no va a soplar solo velas sino también dividendos. A su tarta de cumpleaños se suma una importante porción del inmenso pastel que es la herencia de su difunto padre adoptivo; una fortuna de la que viene gozando desde el día en que su madre se cruzó con el barón y este le miró las piernas.

Podría decirse que Borja Thyssen es el único español que no necesita trabajar para cobrar un quinquenio... Podría decirse si no fuera por que él no es exactamente español, sino suizo y andorrano. Tal vez incluso bermudiano, caimanense o beliceño. El caso es que este será el tercer quinquenio que perciba desde que cumplió los 25; una herencia que el barón le dosificó en cómodos plazos (quizá para que no se atragante) y de la que hoy se cumple el último pago. Convertido en barbudo 'hipster' y 'pater familias' de cuatro hijos, el último pelotazo hereditario le llega a Borja en un buen momento. Tras años de pleitos y desencuentros con su madre, en los que se dijeron de todo menos bonitos, por fin se han reconciliado y, gracias a eso, él acaba de ser nombrado patrono de la fundación que gestiona los museos Thyssen.

De ser cierto que hay quien nace con estrella, habrá que admitir que Borja nació con toda una constelación a cuestas. Aparte de los quinquenios, entre su asignación anual y lo que cobra por el alquiler de una casa que tiene en Lugano viene a percibir unos 600.000 euros al año. Más allá del machaque en el gimnasio, no ha trabajado duro en su vida. Y sus mayores quebraderos de cabeza son del tipo: no sé si vender el casoplón de Ibiza o estoy dudando entre instalarme en Pedralbes o en Pozuelo... Aunque para disgusto (los ricos también lloran) el que le dio su señora madre al dudar de su paternidad con el nacimiento de su primer hijo.

El misterio de sus hermanas

«No tengo confirmación de que Sacha sea mi nieto», declaró entonces la baronesa. Y ese dardo envenenado ha quedado clavado para siempre en las hemerotecas. Pero no hay mal que cien años dure, ni ofensa que no pueda ser indemnizada. Hoy Carmen Cervera, la mujer que dudó públicamente de la fidelidad de su nuera, posa junto a la propia agraviada, Blanca Cuesta, y las dos sonríen y se muestran amigables, lo cual demuestra que no hay engrudo ni pegamento de contacto más potente que la liquidez bancaria.

El caso es que Borja llega a los 35 con el horizonte casi despejado. Casi, porque hay dos nubecillas que lo empañan. Una, cómo va a hacer él para soportar su exilio fiscal en Andorra mientras su mujer e hijos permanecen en Madrid. Y dos, cuándo piensa resolver el inquietante misterio de sus hermanas, las gemelas Thyssen, que lo mismo que Antonio Banderas en el doble papel de Art y Bart en 'Two Much', desaparecen como por arte de magia cada vez que él entra en escena, y viceversa... Son en cualquier caso un par de detalles nimios en el conjunto de una existencia privilegiada. Porque, ¿dónde estaría hoy Borja Thyssen si Davidoff no hubiera invitado a su madre a Cerdeña? Tal vez recién salido de 'Supervivientes'.

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