ELECCIONES ENREDADAS

Algo se mueve

PABLO ÁLVAREZ

Afrontémoslo: pese a nuestros esfuerzos por sacarle partido, la campaña electoral estaba siendo tirando a aburrida. A estas alturas ya todos (políticos, periodistas y personal en general) andaban ansiando que llegue el 23M. Hasta que llegaron ellos, y lo movieron todo.

«Ellos» es una manera de decirlo. Quizá sea la única manera a salvo de error. Porque el resto de las etiquetas (los 'indignados' parece la más cercana, aunque hay más) chocan contra un hecho incuestionable: este movimiento juvenil que asoma por las calles y que tiene la Plaza del Sol de Madrid como centro es tan raro que apenas resiste comparación con nada que se haya conocido.

Sin líderes, sin organización, sin nada más que mensajes repetidos en Twitter y Facebook, los manifestantes pacíficos de las últimas noches están simplemente mostrando su enfado y sus ganas de que otra cosa sea posible. «Otra cosa», en general: la política, sin el dominio alternativo y cada vez más necrosado de PP y PSOE. La economía, sin que las únicas recetas posibles sean las que se han visto hasta ahora, propias del mismo liberalismo económico que nos ha llevado a esa crisis. Las relaciones laborales, los recortes sanitarios y educativos.

Y los medios de comunicación. Reducir lo que está pasando estos días a incidentes o detenidos no es una manera justa de tratar lo que ocurre. Pero muchos compañeros parecen absolutamente despistados, o algo peor. El lunes noche, una contertulia de la SER se preguntaba «quién estaba subvencionando a estos jóvenes». Y esa misma noche, Libertad Digital titulaba que el movimiento estaba «liderado por Willy Toledo».

Quizá este sea un movimiento botella de champán, primero una explosión y luego sólo burbujas. O quizá no. Estemos atentos, mientras tanto.

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